"Con la información disponible hoy, recabada en el ejercicio de las facultades de supervisión de la CNMV, no se aprecian actuaciones o circunstancias que indiquen que la normativa aplicable no se haya cumplido en la notificación reciente de posiciones sobre Telefónica". Pues oiga, entonces habrá que cambiar la normativa.
Es maravilloso, desde que Rodrigo Buenaventura preside la CNMV, el regulador de la bolsa española funciona igualito que el CIS del inefable José Félix Tezanos: al servicio de su Majestad, no de Felipe VI, precisamente, sino Pedro I, de apellidos Sánchez Pérez-Castejón.
Todo esto apenas una semana después que el Gobierno de Arabia Saudí, que de eso estamos hablando, del peligroso Bin Salman, anunciara que había comprado acciones de Telefónica y que se haría con el 9,9% del capital, al tiempo que filtraba y algún directivo metepatas de Telefónica adelantara, que los saudíes ya habían pedido entrar en el Consejo, donde podrían corresponderles 1 o 2 vocales, según se mire.
Es otro trágala para el pueblo español, al menos para la parte del pueblo que pueda inferir las consecuencias de esta inversión. Es, sobre todo, una muestra más de la España colonizada de Pedro Sánchez que, como buen papanatas, se enorgullece de que nuestro país sea foco de inversiones extranjeras, seguramente atraídas por la robustez de la economía española. El mismo argumento podría aplicarse a las inversiones de los narcotraficantes colombianos, mismamente.
La decisión de la CNMV confirma que el Gobierno Sánchez aprueba la operación... por mucho que el presidente en funciones hable de salvaguardar "nuestra seguridad". ¿Con un espía de Bin Salman en el Consejo de la empresa española más estratégica de todas? ¿En serio?
Podían haber elegido Kuwait, Catar, Emiratos pero, miren por dónde, eligieron Arabia, una autocracia peligrosa, dirigida por un peligroso homicida llamado Bin Salmán. Ya puestos, ¿por que no Irán? ¿Acaso es mejor el integrismo islámico chiíta que el integrismo islámico sunita?
Y si no lo eligieron, sino que vinieron ellos, que hagan lo que hubiesen hecho los franceses o cualquier país europeo que crea en su propia dignidad nacional: aquí no entra nadie que nosotros no queramos. Sobre todo en Telefónica.
Ya se sabe que el progresismo ultra de Sánchez siempre ha mirado con buenos ojos al capitalismo financiero internacional. De hecho, Sanchez es un producto Soros. Ahora bien, una operación que hace buena y sincera, a la comunista Yolanda Díaz, oiga, es para hacérselo pensar.