En Moncloa le llaman "el sátrapa" y todo el mundo está deseando que se marche de viaje oficial, a ser posible al extranjero. Todos descansan.

La egolatría, marca de fábrica de Pedro Sánchez se ha encarnado en él hasta el punto de maltratar, no ya a sus enemigos políticos sino a su propio equipo.

El Ejecutivo vive hoy un concurso de ditirirambos al presidente, para quien, por cierto, ningún aplauso resulta suficiente.

Tras seis años en Moncloa, Sánchez no sólo es un ególatra sino que se ha convertido en un sociópata.

En cualquier caso, el maltrato a sus próximos se ha convertido en habitual. En concreto, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, y el titular de Economía, Carlos Cuerpo, son los más maltratados de todos sus ministros. Le tienen verdadero pánico y las broncas que reciben del gran hombre son más que habituales.

En consecuencia -sí, en consecuencia-, en el IBEX, formado por sectores cada día más regulados, sectores que por necesidad deben llevarse medio bien con el Ejecutivo, también le tienen miedo a Sánchez. En efecto: Sanchez ha creado una España irrespirable.

En el BBVA, Carlos Torres no sabe qué hacer para que el Gobierno cambie de opinión acerca de la OPA sobre el Sabadell. Opinión que empezó siendo positiva, en defensa de la andanada del BBVA, con declaraciones marmóreas de Félix Bolaños y Pilar Alegría, hasta que las salvas se volvieron lanzas y, en 48 horas, Carlos Cuerpo aseguró que aquello suponía un mayor monopolio bancario. Lo cual es cierto pero no todo lo cierto que podría ser, en honor a la verdad. La razón es que estábamos en plenas elecciones catalanas y a ERC, y sobre todo, a Junts, podría no gustarles.

En Telefónica... ahora resulta  que Arabia Saudí es nuestro amigo del alma -¡Qué cosas!- y por tanto, les vamos a permitir que manoseen una empresa estratégica española, siempre que sea el Gobierno el que en teoría mande. El equipo de Álvarez Pallete ha decidido mirar hacia dentro y gestionar la compañía, independientemente del Consejo que les pongan. Una técnica, en opinión de algunos, peligrosa. Ahora bien, ¿qué otra cosa puede hacer cuando el primer accionista es el Gobierno y el segundo, a lo mejor en breve el primero, uno de los mayores sátrapas homicidas del siglo XXI, un tal Mohamed bin Salman?

El 'sátrapa' de La Moncloa provoca miedo y no se detiene ante nada con tal de seguir ocupando el sillón presidencial. Cualquier otro, tras la impunidad mostrada por Pedro Sánchez, ya estaría desterrado de la política. Él no, el piensa gobernar indefinidamente y, si pudiera, suprimiría es engorroso trámite de la elecciones periódicas. Es lo que tienen las elecciones: puedes perderlas.