El hidrógeno verde producido por electrólisis utilizando energías renovables, medalla de oro en ecología, se ha convertido en el objeto de deseo de políticos y empresarios en busca de subvención. 

Pues no sé por qué. Se trata de otra de las grandes mentiras ecologistas, como ocurrió y ocurre con las energías renovables, que ahora se nos presentan como la energía más barata. Lo cierto es que han logrado su baratura gracias a las subvenciones con las que nacieron y crecieron, gracias a las inversiones de origen público en redes (en una provincia ya no hay tres centrales sino 300 fuentes de energía en 300 distintos lugares que hay que volcar a la red) y, sobre todo, gracias a las preferencias que se les dio en el 'pool', respecto al ciclo combinado o electricidad producida con la quema de gas. 

Pues bien, ahora ha surgido el hidrógeno, un material tremendamente inestable y para el que los químicos aconsejan una vida sedentaria. 

Vamos, que lo consumes allá donde lo produces o estás muerto. Al hidrógeno no le gusta viajar, mucho menos los hidroductos, mucho menos la chifladura de Sánchez que pretende llevar el hidrógeno desde Zamora a Marsella y luego, supongo, hasta Moscú o más allá. Y encima nos lo venden como el acabose del progresismo ecologista.

Sin embargo, el papanatismo de los políticos, el ultrapapanatismo de los verdes y el silencio cómplice de los que realmente saben de qué va esto del hidrógeno, callan por miedo a enfrentarse a ese tirano feroz que es lo políticamente correcto.

Porque, además, el coste de la producción de hidrógeno es muy distinto según de qué hidrógeno estemos hablando. 

Por término medio, el hidrógeno producido mediante gas natural (poco verde para los verdes) sale por 2,1 dólares por kilogramo, Eso sí, si le añade el coste de CO2 entonces ya se te sube hasta los 3,1.

Pues bien, el kilo de hidrógeno se producido por electrólisis, a partir de electricidad generada por renovables, el conocido como H2 verde te sale por más del doble, por el 6,40 dólares kilogramo.

Pero seguramente la investigación abaratará esos coste. Vale, pues entonces, como siempre ha hecho el ser humano y como siempre han dictaminado la técnica, esperemos a que consigamos abaratarlo y, en el entretanto, produce hidrógeno con gas o simplemente no lo produzcas hasta que la investigación, en laboratorio consiga abaratarlo. 

Porque investigar en la práctica es como enseñar a andar en bicicleta montando al novato en el sillín y tirándole por una pendiente. De acuerdo, a lo mejor el instinto de la supervivencia lo hace aprender rápidamente pero lo normal es que se pegue unos trompazos tremendos. Aprenderá a gran velocidad pero la torta no se la quita nadie. En ese caso, las primeras inversiones son ruinosas, como ocurrió con las renovables y surge el ejército de los cazasubvenciones. La actual -presunta- baratura de las renovables la hemos pagado entre todos... y muy cara.