La España irrespirable que ha forjado el Sanchismo ha implantado el 'todo vale'. El Estado se ha convertido en un botín que hay que repartir entre los partidos políticos, según los diputados que cada uno posea para cada votación en el Congreso.

Que Sánchez pretende controlar el IBEX no es noticia. Si lo es que sus compañeros de cohabitación, los componentes del llamado bloque de investidura, soliciten su trozo del pastel... y algo más.

El más ambicioso es el PNV, que hace valer sus cinco diputados, uno menos que Bildu, cono si fueran 50.

El PNV quiere Telefónica, Indra y Talgo, a cambio de su apoyo parlamentario a Pedro Sánchez. Ortuzar sigue jugando a importante

Así, en su momento, Andoni Ortuzar se pidió el regreso a la patria vasca del BBVA. La sede nunca ha dejado de estar en Bilbao pero Ortuzar habla del control del banco.  En este sentido, Carlos Torres se movió rápido, ante el PNV y ante el PSOE. Tanto es así que ahora hablan bien de él tanto en el Euskadi Buru Batzar como en Ferraz y Moncloa.

Eso sí, Torres le ha pedido a Sánchez que el Gobierno de vía libre a su opa sobre el Sabadell a cambio de su apoyo incondicional en Telefónica (5%, a sumar al 10% de la SEPI) pero el ministro Carlos Cuerpo, por el momento, mantiene la posición contraria a la fusión por parte del Ejecutivo.

En cualquier caso, ahora hablamos de novedades. Primera novedad. El PNV quiere Telefónica, Indra y Talgo, a cambio de su apoyo parlamentario a Pedro Sánchez.

En Talgo introduciendo a la vasca CAF; en Indra, haciendo valer a los vascos de Sapa; y en Telefónica manifiestan en el Batzoki que la número tres de la compañía, Laura Abasolo, es una gran ejecutiva vasca. Recuerden que Abasolo es la esposa de Anton Arriola, presidente de Kutxabank, la fortaleza financiera del PNV... pero pequeñita.

Salvador Illa, rodeado de enemigos indepes, necesita, no sólo hacerse tan separatista como ERC o Junts, sino un soporte empresarial y financiero: Foment y, más importante: Caixa/Criteria/Caixabank

¿Significa esto que Laura Abasolo esté pensando en traicionar al presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete? Otros le traicionarían mucho antes que los próximos al PNV. No, significa que el PNV, el socio de derechas del PSOE, siempre sigue la misma técnica: ellos entienden por controlar una empresa poder influir en esa compañía con algún empresario amigo que compre participaciones pequeñas y si eso no bastara y, no suele bastar, disponer de alguien que, llegada una crisis, real o forzada, pueda gestionar esa sociedad.

Así, no hace falta que ese alguien esté en la 'conspiración'. Basta con que sea "uno de los nuestros". Simplemente, se utiliza su nombre. Y sí: ahora mismo, el PNV está utilizando el nombre de Laura Abasolo.

Ni que decir tiene que, para el Gobierno y para el partido socialista, el PNV pide demasiado en los tres frentes. Insisto: la tecnología de Talgo, así como su deuda y sus compromisos, es demasiado para CAF; Indra es aún más para los vascos de SAPA y Jokin Aperribay, que no puede ser, ni de lejos, el motor de la industria de Defensa europea; y Telefónica ni te digo. Además, Indra depende del Presupuesto de Defensa, que es del PSOE, no del PNV; y en Telefónica la SEPI ya tiene un 10%, más el 5% añadido de BBVA. Pero soñar es gratis y Sánchez sigue necesitando los cinco puñeteros escaños del PNV en el Congreso.

En Cataluña también hay movimientos en este proceso de nacionalización de empresas sin emplear dinero o, si lo prefieren, en más concreto, del expolio de España por parte del Sanchismo hasta que nadie puede decir esta boca es mía... si no es por boca de Sánchez.

El Sanchismo pretende nacionalizar las grandes empresas pero sin emplear más que el dinero estrictamente necesario para mandar, no para gestionar... hasta que llegue un momento en que nadie puede decir esta boca es mía... salvo por boca de Sánchez

Salvador Illa, ese chico moderado que nunca levanta la voz, está dispuesto a asentarse como presidente de la Generalitat también cuando Sánchez salga de La Moncloa. Illa, el hombre que miente tranquilo, está rodeado de enemigos indepes y no indepes, y necesita, no sólo hacerse tan separatista como ERC o Junts, sino lo suficientemente capitalista para ganarse la confianza del soporte empresarial, que ya lo lo tiene, en el Foment de Sánchez Llibre, y el soporte financiero, el fuerte. En plata: Illa quiere el control de Caixa/Criteria/Caixabank. Esto es, quiere el control de Fundación Caixa.

Desde Moncloa ya le han advertido que eso seria entrar en liza nada menos que con Isidro Fainé, que lleva cuatro años manteniendo un pacto de no agresión con el Ejecutivo... y que es mucho Fainé.

A esto, Illa, un posibilista como la copa de un pino, responde que le basta con empezar por un acercamiento gráfico entre Caixa y la nueva Generalitat. Como Fainé no tiene un pelo de tonto, está dispuesto a aceptar ese entente, siempre que el Gobierno no le fuerce a entrar donde ni Caixabank ni Criteria quieren entrar.

En cualquier caso, en una primera etapa, al menos, Illa se conforma con que Caixa y Criteria vuelvan, con los hechos, que no jurídicamente, a Cataluña. Eso sí, para un futuro más alejado, yo no me fiaría ni un pelo de don Salvador, el moderado.

Cuidado: la politización de la empresa no tiene por qué resultar más nociva que la politización de la justicia. No sólo afecta al bolsillo de todos sino al reparto de poder empresarial entre los partidos políticos: algo que indefectiblemente conduce siempre a la quiebra y que, en el entretanto, desestabiliza a las empresas. O sea, la España irrespirable de don Pedro Sánchez Pérez-Castejón.