La de este martes fue la tercera subasta en la que se ha producido la llamada inversión de la curva de interés. Es decir, el Tesoro tuvo que ofrecer un interés más elevado por la deuda a corto plazo que por la de largo. Traducido: los inversores desconfían del futuro próximo de la economía española.
Concretamente, el Tesoro colocó 4.081,62 millones de euros en letras a 9 meses al 3,78%, superior al 3,46% de la subasta anterior de junio y por encima del 3,55% de la última subasta de deuda a 10 años.
El Tesoro también colocó 455,59 millones de euros en letras a 3 meses a un interés del 3,50%, superior al 3,25% de la anterior subasta y por debajo, aunque se va acercando peligrosamente, del 3,55% de la deuda a 10 años.
Conclusión: nos hemos acostumbrado a hablar de las subastas del Tesoro y a considerar que son un éxito, pero en realidad cada una de ellas es un fracaso, como dicen ahora, de país. Aumentar la deuda pública, en circunstancias normales, nunca puede ser algo positivo. No nos engañemos: hay que reducir drásticamente el gasto público y mucho nos tememos que el Gobierno que salga tras el 23-J no lo hará.