Nadie duda de que Europa ha llegado tarde al coche eléctrico por su lentitud a la hora de instalar fábricas de baterías, pues hasta ahora la mayoría vienen de Asia (China, Corea del Sur y Japón). Una dificultad que también se está viendo ante la crisis de chips, pues la mayoría también procede del continente asiático. Pero ojo, porque España se juega su industria automovilística.
Es cierto que ahora todos los fabricantes están pisando el acelerador hacia la movilidad sostenible, que entre otras cosas pasa por el coche eléctrico, pero no se debería haber empezado la casa por el tejado: hace años que se deberían haber ido dando pasos para instalar fábricas de baterías en el viejo continente. Ahora, con la crisis de chips, muchos (Stellantis, Volkswagen y Renault, por ejemplo) han sido conscientes de esta realidad y han anunciado que tendrán sus propias plantas en Europa.
En nuestro país, se ha hablado de proyectos de Seat, Volkswagen y Stellantis para fabricar baterías en España, mientras Renault ha anunciado que lo hará en Francia. Eso sí, hasta ahora ha habido pocas concreciones
Por el momento, en nuestro país, se ha hablado de proyectos de Seat, Volkswagen y Stellantis para fabricar baterías en España, mientras Renault ha anunciado que lo hará en Francia. Eso sí, hasta ahora ha habido pocas concreciones de las dos primeras (ambas pertenecientes al grupo alemán Volkswagen) y preocupan las últimas declaraciones de Carlos Tavares, CEO de Stellantis (grupo que celebra su primer aniversario), a El Mundo, donde señala que planean plantas de baterías en Alemania, Francia e Italia, y que “el Gobierno español aún no nos ha llamado”, a pesar de que es el primer fabricante automovilístico de nuestro país.
Paralelamente, este miércoles, la asociación Transport & Environment (T&E), que hace campaña por un transporte limpio en Europa, ha señalado que la electromovilidad es la única llave que puede abrir la puerta del futuro para la industria automovilística española, al considerar que el modelo actual, basado mayoritariamente en fabricar coches de combustión interna, no tiene ya recorrida. Todo esto, tras el informe del Boston Consulting Group (BCG) y la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica (Aedive), donde se detalla que la modernización y robotización de la industria del automóvil perderá unos 29.000 empleos hasta 2030, aunque con la transición a la electromovilidad habrá creación de puestos de trabajo en industrias anexas por el desarrollo de la infraestructura de recarga, software y servicios ligados a esta transición.
Preocupan las últimas declaraciones de Carlos Tavares, CEO de Stellantis, señalando que planean plantas de baterías en Alemania, Francia e Italia, y que “el Gobierno español aún no nos ha llamado”
Y por si esto no fuera suficiente, T&E ha referido que el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica del Vehículo Eléctrico y Conectado (PERTE VEC) es un paso en la buena dirección, pero España debe mostrar también su ambición a nivel europeo. ¿En qué sentido? Consideran que el Gobierno debería apoyar la propuesta de la Comisión Europea de poner fin a la venta de coches de combustión interna en 2035, y no seguir anclado en 2040 como fecha para dicha prohibición. A Teresa Ribera le habrán encantado estas conclusiones, pues la gusta el fin del diésel. Además, T&E ve fundamental avanzar en el despliegue de infraestructura de recarga.
Eso sí, no hay que olvidar lo que recientemente han señalado los ingenieros industriales: la tecnología del coche eléctrico no es madura y el diésel moderno es eficiente y aún tiene vida. Esto sí da algo más de tranquilidad y margen a la industria automovilística.