¡Qué error, qué inmenso error! Cuando un Gobierno se mete a controlar empresas privadas sufren las empresas y sufre el Gobierno, pero si, encima, como en el caso del PP de Núñez Feijóo, pretenden los cambios antes de llegar al poder es posible que no consiga los cambios y que no llegue al poder.
Fuentes de Génova ya hablan, sin el menor pudor, de cuatro objetivos prioritarios: BBVA, porque consideran a Carlos Torres un peón de Manuel Pizarro, uno de los estrategas de la derecha española; Telefónica, porque el PP considera que José María Álvarez-Pallete ha sido condescendiente con el Sanchismo; PRISA, ante todo un periódico y una emisora de radio convertidos en el aparato de propaganda de Pedro Sánchez -¡qué triste!-, presidido por Joseph Oughourlian, un personaje que representa a un entramado más o menos secreto, llamado Amber Capital y al que le importa una higa que el contenido sea de derechas o de izquierdas... mientras, eso sí, gane dinero.
El cuarto objetivo de Feijóo es Indra, presidida por el socialista del PSC, Marc Murtra, que no es un socialista sectario, dicho sea de paso, y que llega tocado en cuanto a gobierno corporativo.
A esa lista, añadan los cambios en empresas públicas como Paradores, Renfe o Correos, donde el Sanchismo entró a saco y donde habrá renovación, aunque esto es más lógico, más previsible y más justificable... pero aún no es el momento de pensar en corporaciones sino en partidos políticos.
En cualquier caso, Feijóo debería preocuparse de acabar con el Sanchismo que ha llevado España a la ruina, no de repartir cargos entre los amigos. Entre otras cosas, porque no conviene vender la piel del oso antes de cazarlo, pero también porque revela un espíritu no demasiado constructivo y una ansia de poder poco templada y un tanto precipitada.