SM el Rey de España, Felipe VI de Borbón debería clausurar los actos sin pronunciar palabra. Bueno, sólo las que fueron, verbigracia, las últimas de su discurso ante la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE): “Declaro clausurado el vigésimo Congreso de CEDE Nuevos tiempos, nuevas oportunidades”, celebrado en Córdoba, un jueves 4 de noviembre de 2021. Fuese y no hubo nada.
O mejor, las penúltimas: “No me voy a alargar porque ya alienta la necesidad de tomar algo. Tiene razón Majestad, eran la 14,47 de un jueves 4 de noviembre y aunque se hubiese extendido durante horas no se habría salido del guión… y todos teníamos hambre. Por cierto, estas fueron las únicas palabras propias.
Sin embargo, el Jefe del Estado cada día más servil ante Pedro Sánchez no ha dicho una palabra propia y sí muchas dictadas por el lápiz rojo de Moncloa. Por ejemplo, ha soltado, ante los directivos españoles reunidos en Cordoba, lo de que “la progresiva recuperación de la normalidad que está experimentando nuestra economía está siendo posible, entre otros factores, gracias a la vacunación de la población”. Esto lo habría firmado Sánchez.
Un monarca debe tener criterio propio. Si se dedica a plagiar al Gobierno el Gobierno ocupará su lugar
Seguimos: “Esta situación permite que se reduzca el impacto económico de la pandemia al comenzar a reactivarse la movilidad y a recuperarse el consumo, la inversión y el turismo, lo que sin duda es un éxito colectivo”. Eso podría aplaudirlo Sánchez.
“…y una nueva demostración de la capacidad de nuestro sistema público de salud y de la responsabilidad y solidaridad del conjunto de la ciudadanía española”. Esto lo hubiera dicho el propio Sánchez y hasta creo que lo ha dicho.
Majestad, los reyes no mantienen el trono cuando repiten las pavadas propagandísticas del Gobierno de turno. Los reyes, que son poder moderador, deben tener criterio propio… y vida propia… y palabras propias. Porque si sólo repiten lo que dice el gobierno y plagian hasta sus actitudes, alguien podría pensar, por ejemplo el propio gobierno, que su supresión no supondría una mayor tragedia.