La verdad es que las cuentas del FROB no tienen nada especial que analizar, salvo cuatro cosas: las pérdidas que el organismo va reconociendo como consecuencia de las participaciones tomadas en la matriz del grupo BFA-Bankia, las pérdidas en la participación en SAREB, las provisiones constituidas para atender los esquemas de protección de activos (EPA) y garantías dados a algunos adquirentes de cajas de ahorros durante la crisis bancaria y la necesidad periódica de reconstituir los fondos propios del propio FROB periódicamente, ya que tanto quebranto los va consumiendo.
El FROB ha publicado unas pérdidas de 3.639 millones de euros en 2020, frente a las de 282 millones de euros de 2019 ó 905 millones de euros de 2018. ¿Y este incremento de las pérdidas, por qué se ha producido? Pues por el deterioro de la participación en BFA, que ha sido de 3.556 millones de euros. Recordemos que el FROB mantiene una participación del 45,19% en BFA, que le da el control del mismo, y que a su vez BFA tenía una participación de control en Bankia que se ha canjeado por acciones en CaixaBank, en concreto por una participación del 16%.
El auditor nos hace una alambicada exposición sobre el valor recuperable para el FROB de su participación en BFA, para concluir que al cierre de 2019 era de 9.530 millones de euros, mientras que al cierre de 2020 lo es de 5.974 millones de euros. Posiblemente sea así, pero muy optimistas nos parecen las hipótesis, y sus posibilidades de cumplimiento, utilizadas en la obtención de dicho valor recuperable. ¿Y por qué decimos esto? Pues muy fácil, porque el activo fundamental de BFA era su participación en Bankia y ahora es su participación en CaixaBank. La participación de BFA en CaixaBank al cierre de 2020 tenía un valor de mercado de 2.700 millones de euros, muy similar a los 2.749 millones de euros a los que se valoraba en su balance en el momento del canje la participación en Bankia. Ahora mismo, esa participación, se valora en 3.300 millones de euros, puesto que el valor ha tenido un gran comportamiento bursátil este año. En cualquier caso, nos gustaría saber dónde encuentra el auditor la diferencia en el valor recuperable para el FROB hasta casi 6.000 millones de euros, porque visto el balance de BFA a 31 de diciembre de 2020, que explica unos 1.300 millones de euros de dicha diferencia, nos faltarían otros 2.000 millones. ¡Ojo!, que no decimos que no los haya, pero nos parecen muchas plusvalías tácitas.
Eso sí, el canje de acciones ha permitido a CaixaBank reconocer al cierre del primer trimestre un beneficio extraordinario por la integración de Bankia de 4.272 millones de euros, que le ha arreglado el cuerpo al banco catalán, como la adquisición por 1 euro de la CAM se lo arregló a Sabadell en su momento.
Pero volvamos a los otros tres temas importantes en las cuentas del FROB. Dos de ellos han carecido totalmente de importancia este año. La participación de la SAREB porque ya se valoraba a cero hace tiempo y las provisiones por los EPA y las garantías otorgadas, porque no han aumentado.
Así que sólo nos queda centrarnos en la conversión de deuda por importe de 3.000 millones de euros que ha tenido que hacer el FROB este año. Pretendía con ella cubrir el patrimonio neto negativo con el que cerró 2019 de 751 millones de euros, pero dadas las pérdidas continuas en dicha situación, patrimonio neto negativo, y aún peor: -1.390 millones de euros. Por tanto, prevemos que este año se produzca otra conversión de esta deuda que el organismo de resolución mantiene con el Estado. Hasta ahora, y desde su constitución en 2012, el FROB ha necesitado 12.750 millones de euros de aportaciones del Estado, más 33.170 millones de euros de deuda que le ha sido condonada para la conversión, más otros 2.250 millones de euros que se le entregaron desde el Fondo de Garantía de Depósitos. Vamos, que se habrá comido 49.560 millones de euros del contribuyente cuando cubra el desfase que mantiene en su balance.