En Europa hay más de 200 telecos para una población de algo más de 740 millones de habitantes -incluida Rusia- frente a los dos o tres operadores que hay en EEUU (330 millones de habitantes) y en China (1.400 millones). La situación es insostenible y por eso, las principales compañías europeas enviaron recientemente una carta a Bruselas solicitando un cambio regulatorio urgente.
Las reivindicaciones no son nuevas, pero el escenario ha cambiado y el problema, además de empresarial, ha pasado a ser político, es decir, les afectará -a los políticos- si no lo resuelven, y eso, oiga usted, es un argumento de peso.
Dicho de otra manera, Bruselas está decidida a liberalizar el sector, esto es, a favorecer, o al menos no entorpecer, las fusiones, tanto nacionales como transfronterizas. Ya no existen más opciones que esa y lo único que les hacía falta a las autoridades era un caso práctico como el de Orange y MásMóvil.
Así, la fusión de ambas marcará el futuro inmediato del sector en Europa y el baile de fusiones habrá comenzado. Lo contrario queda descartado, ya que supondría atar al sector de pies y manos e impedirle afrontar las inversiones que requiere la ultraconectividad 5G.
El mercado, por su parte, ha entendido que la fusión debe aprobarse y así, las acciones de Orange han subido algo más de un 4% desde que se anunció la operación y las de Telefónica, algo más del 5%. Por el contrario, Vodafone, la gran perjudicada por la fusión, cayó más de un 3% el martes, aunque ha recuperado algo de terreno este miércoles con subidas superiores al 1%.
La fusión Orange-MásMóvil se producirá en España pero marcará un antes y un después en el sector, en Europa.