La fusión, que siempre fue una aspiración del Santander y un remedio para la falta de liderazgo en el BBVA, en perpetua guerra civil, es ahora asumida por el Banco Central Europeo (BCE), en particular del hombre del BCE que mejor conoce la banca española en Francfort: el 'subgobernador' Luis de Guindos.
Y ojo, porque el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, un convencido de que la banca española todavía debe ganar en rentabilidad, tampoco le hace ascos al matrimonio entre los dos grandes bancos españoles. A ambos les une un objetivo: que haya un gran banco español en la unión bancaria europea, y, de paso, cerrar de forma definitiva la reconversión bancaria en España y acortar la distancia entre los bancos españoles y sus nuevos competidores, sobre todo las Fintech.
A pesar de la crisis de Onur Genç y la de Jaime Caruana -en el BBVA no hay una crisis, sino dos- algunos, por ejemplo el PNV, no están dispuestos a regalar el banco vasco. En Francfort sigue preocupando el veleidoso Erdogan, en la OTAN y aliado de Putin
Historia de una fusión siempre frustrada: el acercamiento entre las dos grandes entidades viene de atrás. Ana Botín lleva pensando en ello desde un día después de que le regalaran el Popular. La presidenta del Santander es una convencida de que la banca comercial -otra cosa sería su adorada banca de inversión pero esa le va a costar muchos lustros- no puede sobrevivir en competencia sino en cuasi monopolio. Por eso, estaría dispuesta a absorber el BBVA sin importarle un empeoramiento en su segundo frente: esa débil participación en el capital de la familia Botín frente al poderío de los fondos. Ana Botín se ha acostumbrado a torear a los BlackRock o al menos, eso piensa ella, aunque fuentes de su propio Consejo de Administración no lo vean así.
En cualquier caso, ahora, en 2022, es Ana Botín quien se pone dura: exige la rendición incondicional de Carlos Torres, o sea, exige una absorción del BBVA por el Santander.
Vamos al otro lado, al BBVA: a pesar de la crisis permanente entre el presidente, Carlos Torres, y el ceo, Onur Genç, así como la crisis con Jaime Caruana, hombre fuerte del Consejo, antaño mentor de Torres y hoy su principal crítico, que también quiere presidir el BBVA, resulta que algunos no están dispuestos a regalar el banco vasco a los Botín. Por ejemplo, el PNV, y por el momento, para bien o generalmente para mal, la opinión del PNV cuenta.
El Gobierno no pondrá pegas, a pesar de la pérdida de empleo que supondría. Eso sí, exigiría que se mantuviera una presencia en la España rural.
Pero lo más importante es que en Francfort y en Bruselas sigue preocupando el veleidoso Recep T. Erdogan. Preocupa y mucho, que el Garanti esté en las tripas del BBVA. Eso puede provocarle una septicemia al banco más solvente del mundo, con lo cual ya no se fusionaría con el Santander: sería entregado al Santander, que no es lo mismo.
¿Y el Gobierno Sánchez? No pondrá pegas, a pesar de la pérdida de empleo que supondría en el sector. Eso sí, exigiría que se mantuviera una presencia en la España rural. En cualquier caso, tras el desprecio de Pedro Sánchez a Ana Botín e Ignacio Galán, todos los prebostes del Ibex han pasado de criticar a Pedro Sánchez a romper relaciones con él.
¿Una fusión en el sector cuando repuntan los tipos de interés? Pues sí, cuando repuntan. Las razones son otras.