Lo hemos comprobado durante el confinamiento: podemos vivir sin tener que pisar la sucursal bancaria. Y eso a pesar de que los bancos han sido parte de los servicios considerados esenciales y han mantenido abiertas algunas oficinas. La conclusión a la que han llegado las grandes entidades españolas es esta: sobran sucursales, pero no empleados.
Esa es la banca del mañana o, mejor, el empleado de banca del futuro: en lugar de mesa y silla, tendrá una ‘tablet’, y en lugar de ir a la oficina y esperar la llegada de clientes, tendrá que gestionar su tiempo para atender a los que tenga asignados, unas veces en la sucursal y otras muchas, fuera de ella.
En realidad, este cambio ya se está produciendo. Es más, el confinamiento lo ha acelerado, de tal manera que en tres meses se ha avanzado más que en varios años. En definitiva, no sobran empleados, sobran sucursales.
Los servicios centrales son otra cosa, porque con el teletrabajo, las entidades han caído en la cuenta de que pueden funcionar perfectamente con unas ‘cocinas’ más ligeras. La digitalización no sólo ha cambiado la forma de trabajar de la red, sino que va a revolucionar los servicios centrales.
Tranquilos: mientras el paciente esté anestesiado (créditos ICO y los ERTE), los bancos no tomarán ninguna medida. Primero hay que ver en qué condiciones se despierta el enfermo. De momento, las entidades están aprovechando la desescalada para calcular cuántos empleados pueden seguir teletrabajando sin afectar al normal funcionamiento del banco.
En cualquier caso, las entidades siempre tendrán en la recámara la opción de las fusiones.