Ignacio S. Galán insiste en expandir e impulsar las energías renovables como producto financiero. Ahora con la técnica del sale & lease-back (vender y alquilar después) que tanto se ha visto en el sector inmobiliario y también en el bancario, pero que es pan para hoy y hambre para mañana.
El presidente ejecutivo de Iberdrola busca sacar más tajada de la fuerte apuesta por renovables y obtener algunas plusvalías con las que poder financiar las elevadas nuevas inversiones y también reducir deuda, y más tras la ‘huida’ de Mexico vendida como un acuerdo para descarbonizar. El actual plan estratégico de la eléctrica contempla unas inversiones de 47.000 millones de euros hasta 2025, de las cuales el 47% se destinarán a EEUU y sólo un 13% a España. Y no hay que olvidar que cerró 2022 con una deuda financiera bruta de 50.082 millones, que supone un apalancamiento del 42,8%, y una deuda financiera neta de 44.185 millones y en términos ajustadas de 43.749 millones. La actualización de estas cifras deuda se conocerán el próximo miércoles 26 de abril, cuando se publiquen los resultados del primer trimestre, dos días antes de la Junta de Accionistas en la que Galán será renovado para seguir mandando, al menos, hasta los 76 años.
Todo esto en un contexto de burbuja especulativa con las renovables que hay en España que sigue creciendo y es doble: por un lado, muchas empresas del sector cotizan en bolsa con sonoras alzas y caídas, y por otro, hay operaciones de compra y venta donde aparecen fondos de inversión, energéticas extranjeras y hasta empresas de otros sectores
Ahora ha optado por la técnica de sale & lease-back (vender y alquilar después), aunque con algún matiz distinto al que hasta el momento se había visto en el sector inmobiliario y en el bancario. En concreto, la eléctrica creará una nueva sociedad que controlará al 51% los terrenos donde se encuentran algunos activos eólicos y solares en España. Venderá el 49% restante, que tendría una valoración de unos 500 millones,... y podría atraer a muchos interesados (fondos de inversión, principalmente, pero también a algunas empresas extranjeras). Y además, pagará un alquiler por dichos terrenos. O sea, obtendrá 500 millones al vender el 49% de esa nueva sociedad, aunque deberá pagar un alquiler, por tanto no parece que vaya a sacar mucho para abonar sus milmillonarias inversiones o para reducir su elevada deuda. Por el momento empezará con 15.000 hectáreas, pero sí queda satisfecho, podría sumar más. Es la primera vez que Iberdrola apuesta por la técnica del sale & lease-back, pero no por la venta de activos... fundamentalmente para reducir deuda, aunque lo llame con otro nombre (búsqueda de socios): ya ha vendido el 40% del parque eólico marino británico East Anglia One y el 49% del alemán Wikinger, quiere hacer lo mismo con el 49% del alemán East Anglia Three; y el marco del último Foro de Davos anunció una alianza con el fondo soberano noruego Norges Bank para venderle el 49% de una cartera renovable en España de unos 1.200 megavatios (MW).
Todo esto en un contexto de burbuja especulativa con las renovables que hay en España que sigue creciendo y es doble: por un lado, muchas empresas del sector cotizan en bolsa con sonoras alzas y caídas, y por otro, hay operaciones de compra y venta donde aparecen fondos de inversión, energéticas extranjeras y hasta empresas de otros sectores. Además, hasta el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha advertido de “burbujas verdes”.
Atrás han quedado los años en que Galán advertía que si no se quería “incrementar sustancialmente el precio de la electricidad, es necesario demorar el crecimiento de las tecnologías más inmaduras: la termosolar y la fotovoltaica, que además aportan poca energía”, y se refería a solar como un “producto financiero”, o sea, especulativo
Galán, como saben, es hoy un gran defensor de las renovables y muy lejos han quedado los tiempos en que creía que trabajar con estas energías era una operación financiera que se traducía en invertir usando subvenciones públicas y luego vender esos activos... dando un ‘pelotazo’. En 2010, advertía que si no se quería “incrementar sustancialmente el precio de la electricidad, es necesario demorar el crecimiento de las tecnologías más inmaduras: la termosolar y la fotovoltaica, que además aportan poca energía”, y se refería a solar como un “producto financiero”, o sea, especulativo. Más tarde, en octubre de 2013, refirió que “las termosolares y fotovoltaicas cuestan 5.000 millones en primas y sólo suponen el 5% de la producción de energía”, aludiendo así a las generosas ayudas que concedía en masa José Luis Rodríguez Zapatero y que provocaron que se disparara el déficit de tarifa a casi 30.000 millones, el cual aún tardaremos años en liquidar (en 2021 cerró en 12.182 millones) y encima al ser una deuda financiera tenemos que abonar también los intereses. Y en noviembre de 2016, Galán criticó que el desarrollo fotovoltaico ha sido demasiado rápido y caro, añadiendo que “nos enfrentamos al riesgo de que esta burbuja se repita con la termosolar, una tecnología que hoy todavía es más costosa de lo que era la fotovoltaica y que se podría convertir en un producto financiero”.
Todas estas declaraciones pasaron a un segundo plano, pues en marzo de 2019, Galán llegó a referirse a la energía solar como sustituta de la central nuclear de Almaraz. Es cierto que desde que está a los mandos de Iberdrola nadie duda de su buena gestión, pero no hay que olvidar que se trata de un éxito de monoproducto (sólo le gustan las energías verdes -solar, eólica e hidráulica-, y ha ido prescindiendo de sus planes en gas y ciclo combinado, y también de su potencia nuclear -cerrará sus reactores españoles-), pero en estos momentos muchos analistas creen que lo mejor en el sector energético es diversificar la generación de energía.