José Luis Bonet (presidente de la Cámara de Comercio de España), empresario catalán que se siente español, hombre respetado por su sentido común y Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, empeñado en mejorar su imagen de patrón blando y que cede demasiado ante el Sanchismo, coinciden: los fondos europeos, la piedra filosofal que pretende el Gobierno Sánchez no servirán para mucho sin reformas internas: pensiones y laboral, sobre todo.
Lo hacen en Córdoba, donde se celebra le Congreso anual de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE), que preside Isidro Fainé y que convoca a una buena porción de los ejecutivos españoles.
A lo que estamos: Antonio Garamendi, patrón de patrones, ha aprovechado su paso por Cordoba para cabrearse con el Gobierno Sánchez: ya era hora. Lo más grave ha sido la subida de cuotas sociales. Recuerda el de CEOE que el ministro Escrivá les remitió un folio y medio, sin datos, no para que negociarán sino para que aceptaran una subida de cuotas sociales en un país que soporta un peso más de un 13% superior a la media europea.
Y más: la CEOE no se cree que la economía española pueda crecer al 6,5%
Más. Visiblemente cabreado Garamendi acusa al Ejecutivo de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz de no aclararse en la reforma laboral -algo que parece obvio tras la metedura de pata de doña Yolanda- y de jugar con la prensa con filtraciones interesadas, mientras brama contra el caso de la reforma laboral que pretende el Ejecutivo.
Pero no sólo se trata de la reforma laboral o reforma de las pensiones, que la CEOE sí cree que vienen impuestas por Bruselas, aunque Sánchez y Montero lo nieguen. Es que ni la patronal -ni nadie- se cree que la economía española pueda crecer al 6,5% en 2021 como cree el Gobierno, un sostenella y no enmendalla que no tiene otro objeto que el de conseguir aprobar los Presupuestos Generales del Estado para 2022, con el apoyo de comunistas -sus socios de Gobierno- y de separatistas.
Garamendi reclama al Gobierno seguridad jurídica -¡Cuidado Antonio!- y estabilidad regulatoria mientras Bonet recuerda a Sánchez que en tiempos de tribulación no conviene hacer mudanzas.
En otra palabras: menos pegas a los empresarios y más dejarles en paz.
Garamendi va mas allá. El Gobierno tiene que mantener tres normas: seguridad jurídica, estabilidad regulatoria y calidad normativa. Vamos, que los empresarios quieren seriedad gubernativa porque “ya no estamos hablando de riesgo regulatorio sino de prima regulatoria”.
Advertencia: la reforma laboral no puede hacerse con filtraciones a la prensa
Ejemplo máximo de critica ideológica y de fondo a Moncloa, la ley de vivienda: “¿Qué pasa cuando se va a regular la propiedad privada?”.
Y más ataques al gobierno chapuzas: “cuando una compañía de energía cae 20.000 millones en una semana o una compañía de gas 4.000 millones en dos días” (en bolsa) es porque el Gobierno no se aclara.
Y la puntilla: a los patronos les preocupa más la reforma laboral que los fondos europeos. Y esto, porque los fondos ya están reglados (como recuerda Bonet), vienen por partes, pero hay que tener abonado el campo para que fructifique ese dinero.
Ejemplo: de toda la inversión que se pretende en energía, la inversión pública -por ejemplo fondos- cubrirá el 20% de la inversión total. El 80% debe ser privada: “Pues como espantemos a los fondos…”, interviene Garamendi. Para entendernos, el Gobierno Sánchez, de raíz marxista está espantado a los nuevos amos del capitalismo, los fondos. No sé si los fondos son mejores o peores que los podemitas, pero sólo hay una cosa clara: Garamendi está que brama contra el Ejecutivo y ahora se atreve a participar en el club patronal madrileño que ya habla del final del Sanchismo.
Última crítica: el Gobierno se ha olvidado de aprovechar los fondos europeos para reindustrializar España, un país donde muy pocas regiones presentan un peso de la industria sobre el PIB superior al 20%. Sánchez entiende por reindustrializar España sobre todo el sur, que es donde la industria ni de lejos llega al 20% del PIB.
Debemos concluir que Bonet y Garamendi consideran que el sanchismo supone una gran fraude económico. Ninguno de los dos, que conste, lo expresó así.