La voracidad recaudatoria del Gobierno Sánchez le ha llevado a adelantarse al consenso europeo -y de toda el área OCDE- que tanto pregronaba don Pedro Sánchez hace tan sólo nueve meses: la titular de Hacienda, Maria Jesús Montero, ya ha armado la subida del mínimo del impuesto de sociedades para toda empresa que facture más de 20 millones de euros al año, es decir, no sólo a las grandes compañías, sino a las medianas y hasta a algunas pequeñas.
Insisto: todo ello sin esperar al consenso en todo Occidente, es decir, asfixiando la competitividad de la empresa españolas frente a las foráneas y dando argumentos a las empresa extranjeras que no quieran instalarse en España.
Pero el asunto no termina ahí: no sólo es que Moncloa se anticipe al consenso de todo Occidente, para que todos los países operen en similares condiciones y, por tanto, las empresas españolas no pierdan competitividad. Lo peor es que, mientras en Europa se negocia colocar el mínimo del 15% en impuesto sobre el beneficio sólo para las empresas que facturen más de 700 millones de euros, el Sanchismo quiere aplicarlas en España a empresas que facturen más de 20 millones de euros.
Sectarismo inútil, dado que las pequeñas empresas ya pagan, en términos relativos, más impuesto de sociedades. Pero que encima haya que aguantar a Nadia Calviño y María Jesús Montero eso de que el Gobierno se desvive por las pequeñas empresas y por los autónomos, resulta algo... ligeramente molesto.
Es otra mentira del Gobierno Sánchez, y la mentira es lo que mejor define al Sanchismo. Por mucho que sus ministros repitan que luchan por los trabajadores y por las clases medias, lo cierto es que se dedican a fastidiar, precisamente a esa clase media media y al trabajador cualificado, el que más se ha esforzado por salir adelante por sí mismo sin ser una carga par el erario público, generalmente en calidad de autónomo. Es decir, el Ejecutivo ataca a la clase más productiva y creativa, la que más puestos de trabajo crea, los que se crean su propio empleo, los... "cuentapropistas" y los emprendedores que crean puestos de trabajo para asalariados.
A esa clse media y a los autónomos, el socialismo guerracivilista le brea a impuestos mientras riegan con generosidad -bueno, lo de generosidad es un decir pero en cualquier caso, con el dinero de los demás- a los vagos que buscan vivir de la subvención pública, sin dar palo al agua.
En resumen, Pedro Sánchez es un alimentavagos contra la clase media. No le gustan los emprendedores ni los autónomos, los que se crean su propio empleo y el de otros, sin sangrar al erario público.
¿Y la gran empresa qué hará? Pues abrir sede en Holanda o Luxemburgo, naturalmente. Y si fuerzan a estos países a aceptar un mínimo de impuesto de sociedades... pues ya se inventarán nuevas ingenierías fiscales o se radicarán en las islas del Canal, que también son Europa. O en Gibraltar.
Eso sí, que no falte el ingreso mínimo vital, otorgado a los que no trabajan... ¡a cambio de nada!, ni tan siquiera de barrer las calles.