El ‘gran’ demócrata, y progre, Mark Zuckerberg ha recibido un varapalo que no esperaba en Noruega. Datatilsynet, la autoridad noruega de protección de datos, ha prohibido que Facebook e Instagram (aplicaciones de Meta, la multinacional que tiene como presidente y CEO a Zuckerberg) rastreen a los usuarios con fines publicitarios para enviarles anuncios personalizados en función de su actividad online o de su ubicación, según adelanto Politico.
La medida se pondrá en marcha el próximo 4 de agosto y durará, al menos, tres meses, por ahora. Y ojo, porque si Meta la incumple, la multa diaria será de 1 millón de coronas noruegas (unos 90.000 euros). Es cierto que parece poco, pero es un buen comienzo que podrían imitar otros muchos países y que llega tras conocerse un fallo del TJUE a principios de este mes que señalaba que Meta estaba infringiendo el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la Unión Europea al privar a los usuarios de dar su consentimiento libre e informado sobre el uso del seguimiento y los perfiles para fines de publicidad personalizada.
Eso sí, Meta aún podría ‘escaparse’ del varapalo. Y es que podría optar por practicar otras formas de publicidad dirigida que no se basen en el seguimiento de la actividad de los usuarios ni en la elaboración de perfiles de los mismos, pero también podría seguir mostrando publicidad basada en el comportamiento si logra el consentimiento de los usuarios (y ya saben que negarlo, al igual que rechazo de las famosas cookies, es mucho más complejo que pasar por el aro).
Eso sí, no sólo Noruega ha decidido empezar dar reveses a Meta: también Irlanda. Allí, el pasado mayo recibió una multa de 1.200 millones de euros por vulnerar la protección de datos al haber permitido que los servicios de seguridad estadounidenses tuvieran acceso a los datos de usuarios europeos. Además, está bajo la lupa por las prácticas publicitarias, tras una multa de 390 millones por infringir la privacidad. Y por cierto, en los próximos meses llegará la Ley de Mercados Digitales europea que, entre otras cosas, limitará la forma en que los gigantes tecnológicos comparten datos de los usuarios.