El gobernador del Banco de España nunca levanta la voz, por el contrario, dice las cosas con una delicadeza extrema. Por eso, cuando insiste una y otra vez en un mismo mensaje es como si estuviera echando una bronca a alguien que, por razón de su cargo, suelen ser los bancos.
“En el actual entorno de incertidumbre, déjenme reiterar la necesidad de que nuestras entidades bancarias lleven a cabo una política prudente de planificación de provisiones y de capital, que permita destinar parte del incremento de los beneficios que se está produciendo en el corto plazo a aumentar adicionalmente la capacidad de resistencia del sector. Esto permitiría afrontar en mejor situación las posibles pérdidas que se producirán en el caso de que se materialicen los distintos escenarios de riesgo identificados”, afirmó este martes durante el encuentro organizado por El Español-Invertia.
Ahora bien, en el mismo discurso, Pablo Hernández de Cos admitió que las entidades no están remunerando el pasivo a pesar de la subida de tipos de interés. “La traslación de los tipos está siendo más lenta, en especial para los depósitos”, señaló.
En otras palabras, por un lado instó a los bancos a aumentar las provisiones y, por otro, reiteró que no están remunerando los depósitos de sus clientes, lo que a primera vista parece una contradicción. O provisionas o remuneras, pero las dos cosas al mismo tiempo es como soplar y sorber al mismo tiempo. No puede ser.
Sea como fuere, lo cierto es que la gran banca española hizo de su capa un sayo en 2022 e hizo justo lo contrario, al comprobar reducía la morosidad: liberó provisiones y, en algunos casos, aumentó el dividendo a sus accionistas. Ya veremos qué sucede en 2023, un año que, según Hernández de Cos, será un poco mejor de lo previsto hace unos meses, con algo más de crecimiento y menos inflación.