Pablo Hernández de Cos confirmó este martes lo que, tanto el BCE como Christine Lagarde llevan semanas anunciando: que Fráncfort subirá los tipos de interés en julio y septiembre con el objetivo de combatir la inflación. Se acabó, por tanto, la era del dinero barato y comienza la era de la deuda cara. Dicho de otra manera, marcará el inicio de la próxima crisis, que será una crisis de deuda soberana, principalmente.
El gobernador del Banco de España no descartó que el BCE suba los tipos una tercera vez antes de 2023, siempre con el objetivo de estabilizar la inflación en el 2% a medio plazo. “Tenemos las herramientas para hacerlo y las usaremos”, afirmó durante una conferencia en la escuela de negocios Esade.
Los efectos de la subida de tipos ya se están viendo, incluso antes de que el BCE haya tomado la decisión. Así, en la última subasta, el Tesoro colocó bonos a 10 años a un interés del 2%, frente al 1,6% anterior. El futuro de las cuentas públicas pinta de color de hormiga.
Pero tranquilos, porque tenemos al mejor líder posible, según la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, que en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros aseguró que Pedro Sánchez nos ha ido sacando con éxito de todas las vicisitudes que han ido impactando en la economía española. Pandemia, invasión rusa de Ucrania, escasez de materias primas, inflación… nada de eso debe preocuparnos mientras Sánchez esté en La Moncloa.
Bromas aparte, aunque Rodríguez lo ha dicho muy seria y muy en serio -¿de verdad se lo cree?- el Banco de España alertó, también este martes, de que nuestra economía podría caer un 2,4% adicional y la inflación subir un 1,7% más por el cese del comercio de la UE con Rusia. Precisamente, la respuesta de la portavoz fue sobre estas previsiones del BdE.
Resumiendo: vamos directos hacia una crisis de deuda descomunal, pero vamos de la mano de Pedro Sánchez, y eso es garantía de éxito. Es decir, de que efectivamente nos estrellaremos.