De la hipocresía ecologista hay numerosas muestras: entre ellas, el ridículo de Teresa Ribera en bicicleta eléctrica, escoltada por coches de combustión; o los numerosos vuelos en Falcon de Pedro Sánchez... mientras te imponen cuidar el medio ambiente y apostar por todo lo verde. La última muestra llega gracias al presidente brasileño, Lula da Silva, porque Petrobras se ha adjudicado 29 nuevas concesiones para explotar petróleo y gas en Brasil... tras el acuerdo de la COP28 para iniciar la salida de los combustibles fósiles.
La petrolera brasileña, que está controlada en un 36,6% por el Estado, explotará dichas concesiones junto a la anglo-neerlandesa Shell y la china CNOOC. El trabajo con esta última no es baladí, pues el gigante asiático lleva años colonizando Hispanoamérica y África, e incluso se ha permitido amenazar a Argentina, ahora presidida por Javier Milei, señalando que sería un “grave error” que cortase lazos con la dictadura comunista.
Es cierto que 198 países han acordado, tras varias horas de discusión, iniciar la salida de los combustibles fósiles en la Cumbre del Clima celebrada en Dubái, pero no su fin ni una fecha para ello. Un objetivo mucho más claro que hubiera gustado a Ribera. Y ojo, porque la COP29 se celebrará en Bakú, capital de Azerbaiyán, otro país productor de petróleo y gas. Más hipocresía. Eso sí, para la COP30 se ha elegido la ciudad brasileña de Belén, mientras Lula quiere aumentar el negocio de Petrobras... cuyos dividendos redundan también en las arcas del Estado brasileño.
Y por cierto, no olviden que Lula no sólo apuesta por la hipocresía, sino que también es un buen discípulo de Sánchez, porque nombró a su ministro de Justicia, Flávio Dino, para ocupar una silla en la Suprema Corte…