La historia es antigua y es nueva, es de siempre y es de ahora. Me la contaron así:
"Un hombre llegó a un pueblo alejado de las grandes rutas. Puso un aviso en la página del periódico local. Aseguraba estar dispuesto a comprar cada mono que le trajeran por 100 dólares. Los lugareños se lanzaron al bosque, infestado de monos. Se los trajeron y nuestro hombre pagaba al contado, religiosamente. Tantos compró que los monos empezaron a escasear y entonces nuestro hombre ofreció 200 € por cada animal. De nuevo, los chicos se lanzaron a conseguir más animales. Al final, apenas quedaban monos y entonces nuestro inversor elevó la oferta por bicho hasta los 300 € aunque advirtió que debía atender otros asuntos en otro país y que dejaba al mundo de la operación a su ayudante.
Apenas quedaban monos así que el ayudante les ofreció un buen negocio a los campesinos: les entregaría todos los bonos enjaulados por 250 dólares. Cuando volviera su jefe se los podrían revender a los prometidos 300 dólares. Los indígenas echaron mano de todos sus ahorros y le compraron los simios. A partir de entonces no volvieron a saber absolutamente nada ni del jefe ni del ayudante".
La historia es vieja y en algunas escuelas de negocio siempre hay alguien que la cuenta como para explicar cómo funcionan los mercados financieros. Alguien de cierto tamaño debe poseer una monto inicial de dinero para multiplicarlo gracias a la codicia, no de otro adinerado sino contra multitud de pequeños ahorradores alentados por la codicia. Uno grande engaña a muchos pequeños, como el inversor en monos.
La otra condición de los mercados financieros es que su actividad se aleje lo más posible de la economía real, y sobre todo. de cualquier tipo de preocupación por el bien común.
Además, ahora, con llegada de las monedas digitales, no sólo no hay bien común sino que la actividad bitcoin está alejada, no ya de la economía real, sino de la propia economía financiera porque, en esta, al menos hay una referencia, tanto en el mercado de divisas como en el de deuda pública, que es el banco central, si lo prefieren, la soberanía nacional.
En el mundo bitcoin no es sólo que no haya referencia monetaria ni política: es que no hay responsable alguno que intervenga en caso de impago.
Los reguladores sin embargo han permitido que las cripto se cuelen en el sistema financiero y en el tejido económico. Lo de los monos nos va a parecer un hermoso cuento de los hermanos Grimm.
Moraleja: no invierta, emprenda... y en aras del bien común.