Iberdrola no vive un buen martes bursátil, al igual que otras muchas empresas del Ibex 35: su cotización cae un 3,5%, frente a un selectivo que baja un 1,6%. Los motivos pueden ser varios, pero curiosamente el color rojo predominante en el parque se produce el mismo día en que el rey Felipe VI ha terminado la ronda de consultas y ha mostrado cobardía al designar a Pedro Sánchez como candidato a la investidura, sometiéndonos al Sanchismo por cuatro años más. Claro que en el caso de la eléctrica que dirige Ignacio S. Galán también hay que tener en cuenta que este sólo se queda donde no pierde dinero y acaba de pisar más el freno en eólica marina, sobre todo en EEUU.

Relacionado
    

En concreto, Avangrid, la filial de Iberdrola en EEUU que dirige Pedro Azagra, ha rescindido los contratos de compraventa de energía (también conocidos como PPA) que tenía suscritos para el proyecto de eólica marina Park City Wind, situado en el estado de Connecticut y que contará con 804 megavatios, tras una inversión de unos 1.200 millones de euros. La rescisión se debe a que las condiciones pactadas con Connecticut Electric Distribution Companies no garantizan su viabilidad económica... y ya saben que Galán no está dispuesto a perder dinero ni a invertirlo donde no haya rentabilidad.

Claro que no es la primera vez que rescinde contratos PPA de un proyecto de eólica marina: hace unos meses, hizo lo mismo con los de Commonwealth Wind, algo que perseguía desde diciembre del año pasado y que le supuso el pago de una indemnización de 48 millones de dólares (unos 46 millones de euros al tipo de cambio actual). No obstante, Iberdrola no renuncia a ninguno de estos dos parques eólicos marinos, pero, eso sí, las condiciones deben garantizar que sean financiables.

La eólica marina afronta en los últimos años problemas en las cadenas de suministro y el encarecimiento de las materias primas; y por si esto no bastara, también se ha incrementado el precio del dinero, con las continuas subidas de los tipos de interés

Esto es sólo una muestra de cómo Galán ha pisado el freno en lo que iba a ser su próximo producto estrella: la eólica marina (también conocida como eólica offshore en el argot energético). Claro que fuentes de la eléctrica hablan más bien de “revisar” y no de frenar, debido al gran impacto que la eólica marina afronta en los últimos años por los problemas en las cadenas de suministro y el encarecimiento de las materias primas, debido primero al Covid y después a la guerra en Ucrania; y por si esto no bastara, también se ha incrementado el precio del dinero, con las continuas subidas de los tipos de interés por parte de los bancos centrales. Eso sí, desde Avangrid presumen de que hace un año fueron el primer desarrollador de eólica marina en EEUU en “hacer públicos los vientos económicos en contra sin precedentes que enfrenta la industria, incluida una inflación récord, interrupciones en la cadena de suministro y fuertes aumentos de las tasas de interés”. Ya saben, como reza el famoso dicho español, el que no se consuela es porque no quiere.

Al otro lado del océano Atlántico, Galán no pierde la ocasión de avanzar en el proceso de reducción de la elevada deuda, aunque disfrazado de búsqueda de socios, que suena mucho mejor. Ejemplos de esto también se pueden ver en las ventas de participaciones minoritarias (o sea, sin perder el control) en el parque eólico marino británico East Anglia One y en el alemán Wikinger, y quiere hacer lo mismo con el East Anglia Three