El Congreso se movió la noche del lunes 18 en lo que podíamos llamar caos creativo... o destructivo, lo mismo da, pues sigue siendo caos. Al final, parece -sólo parece, no me atrevo a asegurarlo, uno es prudente- que se confirma la supresión del impuesto sobre las energéticas, se une ahora el igualmente absurdo impuestazo sobre la banca.

El Congreso se ha convertido en un caos. Las resoluciones del lunes son buenas para bancos y eléctricas y malas para 'Juan Español', que sufre la enésima subida fiscal y vive... atascado en la subsistencia. ¿Emprender en España? Nadie, y no me extraña

Impuestos ambos que gravaban los ingresos, no los beneficios, como si no hubiese empresas de todo tipo, también bancos, que muchos años ingresan más pero ganan menos o que incluso pierden dinero cuanto más venden.

Ahora bien, se mantiene la subida de impuestos sobre la renta para ricos, que, como tasa impositiva, no es más que un señuelo para justificar la subida de impuestos a la clase media.

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Me explico: de la subida del IRPF para los muy ricos, poco va a sacar el Gobierno pero sirve para diluir la subida real, que no oficial, del IRPF a toda la clase media por las vías de no deflactar la tarifa, suprimir desgravaciones mientras se ensaña con profesionales y autónomos, con un aumento constante de cuotas y reducción de condiciones y posibilidades para emprender, tratando fiscalmente a la microempresa de forma muy parecida a la gran empresa.

Dicho de otra forma: las resoluciones aún no definitivas, como todo en la España de Sánchez, del lunes 18 son buenas para bancos y eléctricas y malas para 'Juan Español', que sufre la enésima subida de impuestos y vive... atascado en la subsistencia.

La nueva chifladura de Mónica García, suprimir Muface, encarecerá la sanidad privada y acabará por destrozar la sanidad pública

¿Cómo resumir lo ocurrido en el Congreso? El problema de España es que, con tal de mantenerse en Moncloa, Sánchez acepta tanto la España roja (ERC o Bildu) como la España Rota (Junts y PNV). Todo a la vez es difícil de sostener hasta para quien carece de principios y de escrúpulos. O sea, para un tal Pedro Sánchez. Y sus diputados siguen su estela, como Patricia Blanquer, diputada del PSOE, quien en el siguiente vídeo ruega a ERC para conseguir su voto en la Comisión de Hacienda.

Ese es el problema de España: con tal de mantenerse en Moncloa, Sánchez acepta esas dos Españas, a sabiendas de que atentan contra el interés general y contra la dignidad nacional y de que, además, suponen una situación imposible de mantener en el tiempo sin que el país quiebre. Pero eso, piensa Don Pedro, no va a suceder mañana.

Pero la jornada del lunes dio para más. Ahí tienen la nueva chaladura de Mónica García, la comunista jacarandosa. García se empeña suprimir Muface, que encarecerá la sanidad privada y acabará por destrozar la sanidad pública, con sus listas de espera al alza. García ha conseguido que los ambulatorios y hospitales españoles se conviertan en un campo de batalla diario entre el personal sanitario y sus pacientes, mientras, con esa caradura tan propia de la extrema izquierda, continúa pregonando que la sanidad pública española es un ejemplo para el mundo. Por eso, los funcionarios se pondrán en huelga para que no supriman Muface: son funcionarios pero no idiotas y quieren que les atiendan en un centro sanitario privado. por algo será.

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Al final, con la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, la simpar María Jesús Montero, Marisu para los amigos, no sólo no hay reducción del gasto público, es que, además, aumenta el esfuerzo fiscal y se diluye cualquier espíritu emprendedor. En la España de Sánchez nadie quiere ser empresario, porque crear tu propia nómina, o la de tus trabajadores, se ha convertido en una carrera de obstáculos.

No sólo no hay reducción del gasto público. Es que, además, aumenta el esfuerzo fiscal y se diluye cualquier espíritu emprendedor, En la España de Sánchez nadie quiere ser empresario... y no me extraña

El Sanchismo no ataca a los ricos, como pregonan Marisu y Yolanda: a quien ataca es a la clase media española, para alimentar a aquellos que no quieren trabajar, el nuevo proletariado... porque el proletariado que trabaja duro es clase media.

En resumen, económicamente hablando, lo peor del Sanchismo es que, no sólo no hay reducción del gasto público sino que, además, aumenta el esfuerzo fiscal y se diluye cualquier espíritu emprendedor. Lo peor de todo es que, en la España de Sánchez, nadie quiere ser empresario.