A esto hemos llegado, según Naciones Unidas, la libertad produce odio. Ergo, anulemos la libertad.
La compra de Twitter por Elon Musk ha encendido las alarmas en la ONU porque Musk no es de su cuerda, es decir, no es progre y discrepa de los postulados del Nuevo Orden Mundial. “Twitter tiene una responsabilidad a la hora de evitar que se difunda contenido que dañe derechos de las personas”, señaló el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, en una carta enviada a Musk, el sábado.
“La libertad de expresión se termina cuando hay discursos del odio que incitan discriminación, hostilidad o violencia”, afirmó Türk en la carta. ¿Comprenden? La ONU utiliza los delitos de odio para censurar y liquidar la libertad de expresión en todo el planeta, porque, además de ser un disparate -el odio no es delito, es un pecado- se considera delito de odio aquel discurso que discrepe de la doctrina del NOM, por ejemplo, de la ideología de género o de la religión climática, ahora que ha comenzado la Cop27, en Egipto.
Türk fue tajante: “Twitter debe entender los perjuicios relacionados con la plataforma y tomar medidas para afrontarlos. Respetar nuestros derechos humanos debe servir como límite para el uso y la evolución de la red social”, amenazó.
El otro frente abierto contra Musk es el de los grandes anunciantes, multinacionales controladas por el NOM, que han retirado su publicidad de la red social. Hablamos, por ejemplo, de agencias como Havas o Interpublic, que han presionado a sus clientes para que no se publiciten en la nueva Twitter, y de empresas como Volkswagen, Pfizer, General Motors, L’Oréal o Mondelez, entre otras.
Un chantaje en toda regla que nada tiene que ver con los despidos masivos ordenados por Musk, ni con su metodología para ejecutarlos. El chantaje se produce, no lo duden, porque Twitter ha dejado de ser un instrumento del NOM. Musk no ha dudado en denunciarlo: “Se está tratando de destruir la libertad de expresión en Estados Unidos”, aseguró. Y no solo en EEUU, sino en el mundo entero.
Podríamos decir algo peor: se está tratando de invertir los términos de la ecuación lógica: a más libertad más odio. Ergo, anulemos la libertad.