Ericsson está pasando un momento complicado. A la caída de las ventas se une el impacto negativo de Vonage, la compañía estadounidense que adquirió en 2022 por 5.500 millones de euros. El proveedor global de comunicaciones basadas en la nube no ha evolucionado como se esperaba, lo que ha supuesto un cargo por deterioro (cargo no monetario) de 11.400 millones de coronas (unos 1.000 millones de euros), en las cuentas del segundo trimestre publicadas este viernes.
Ahora bien, el problema de Ericsson, como el de otras compañías del sector, es más profundo y se explica por la caída generalizada de la inversión de la industria. Así, la facturación del grupo se redujo un 10,9% en los seis primeros meses del año, hasta los 113.173 millones de coronas (unos 9.910 millones de euros. El negocio más ‘tocado’ fue el de redes -su principal negocio-, con un desplome de las ventas del 16%, hasta 71.394 millones de coronas (en euros, unos 6.255 millones).
El negocio de servicios en la nube y digitales retrocedió un 1%, hasta los 28.225 millones de coronas (2.472 millones de euros) mientras el negocio de empresas aumentó las ventas un 1% y alcanzó los 12.454 millones de coronas (unos 1.090 millones de euros).
El mercado principal de Ericsson sigue siendo Norteamérica, seguido de Europa e Iberoamérica, el comprendido por el Sureste Asiático, Oceanía e India, y el de África y Oriente Próximo, el único en el que las ventas, de 9.574 millones de coronas (unos 800 millones de euros), se mantuvieron.
Porque en Norteamérica cayeron un 3%, hasta los 30.532 millones de coronas (unos 2.660 millones de euros), en Europa e Iberoamérica, un 4%, hasta los 28.868 millones (unos 2.510 millones de euros), y en el Sureste Asiático, Oceanía e India, un 41% (no superaron los 16.259 millones de coronas (unos 1.400 millones de euros).
La conclusión, más allá de los resultados de Ericsson, es preocupante, porque si la industria no invierte significa que el crecimiento futuro será menor o, incluso, no será.