2021 fue un buen año para ING España y Portugal, o eso se desprende de las cifras facilitadas este miércoles por la entidad. Ahora bien, no aparecen todas las partidas -es más, faltan la mayoría de ellas-, lo que hace imposible un correcto análisis del ejercicio. No es el único caso: otras filiales de otros sectores tampoco publican sus cuentas de resultados por orden de su matriz. Pues muy mal.
Lo que sabemos: el beneficio antes de impuestos alcanzó los 267 millones de euros, un 70% más que en 2020, tras un aumento del 12% de los ingresos, que alcanzaron los 776 millones.
La cosa cambia si lo comparamos con 2019: el beneficio bruto aumentó solo un 3,5% (en ese año fue de 258 millones) mientras el beneficio neto (182 millones) se redujo un 2% respecto al de 2019.
Y es que, como hemos insistido en Hispanidad, limitar la comparativa a 2020 no es suficiente ya que ese año estuvo marcado, por un lado, por la caída de la actividad económica derivada de las restricciones impuestas por el Covid y, por otra, por las elevadísimas provisiones que realizaron las entidades en previsión de futuros impagos.
Hecha la aclaración, las provisiones se redujeron un 35%, hasta los 99 millones de euros. La entidad, en cualquier caso, cerró el ejercicio con una morosidad del 1,25%, una de las más bajas del sector, y con una rentabilidad (ROE) del 12%, superior a la de 2020 (7,4%) y a la media del sector (6,9%).
“Ha sido un año récord en la mayoría de los parámetros que medimos”, afirmó el CEO, Ignacio Juliá, durante la presentación a los medios de comunicación.
El directivo destacó, además, el impulso comercial. Así, la Cuenta Nómina registró 307.000 nuevos clientes, hasta los 2,8 millones, mientras la nueva producción hipotecaria fue del 44% respecto a 2020. Las ventas digitales, por su parte, aumentaron un 24%.
Lo dicho: a ver si la próxima vez nos enseñan la cuenta completa.