El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha dado a conocer hoy el dato definitivo sobre la inflación del mes de agosto, que confirma el adelantado hace unos días por este mismo organismo.
El Índice de Precios de Consumo (IPC) subió hasta el 2,6% en tasa anual, frente al 2,3% de julio. En términos mensuales (agosto sobre julio), el IPC registró un aumento del 0,5%, tres décimas más de lo que subió el mes anterior. Mientras que el Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) situó su tasa interanual en el 2,4%, tres décimas por encima de la tasa registrada el mes anterior.
En lo que respecta a la inflación subyacente (la inflación que no tiene en cuenta los productos energéticos ni los alimentos frescos), bajó una décima en agosto, hasta el 6,1% (frente al 6,2% de julio).
El precio de los alimentos, por su parte, subió un 10,5% en tasa anual, frente a la subida del 10,8% de julio.
Un ejemplo de la subida del precio de los alimentos: el del aceite de oliva se disparó en agosto un 52,5% respecto al mismo mes de 2022, su mayor subida interanual en 21 años, y aumentó un 8,7% respecto al mes de julio.
Tanto la inflación subyacente como la de los alimentos reflejan unas cifras pésimas. La inflación subyacente es muy importante porque permite medir los resultados de la política monetaria en un país, ya que se excluyen los elementos internacionales y permite identificar con mayor precisión la variabilidad de precios en un corto tiempo debido a que los factores transitorios son eliminados. Por todo ello, una inflación subyacente del 6,1% es un dato altísimo.
Y no digamos nada de la subida del precio de los alimentos, que hoy son un 10,5% más caros que hace un año. Es más: desde que Pedro Sánchez llegó al poder -junio de 2018- los precios -IPC global- han subido un 15%, ya que se trata de una variable macroeconómica que debe ser analizada de manera acumulativa. Y el precio de los alimentos se ha disparado más de un 40% entre junio de 2018 y abril de 2023.
Tanto la inflación subyacente como la de los alimentos reflejan unas cifras pésimas
Pero hay más: recientemente, La Razón aseguraba que, según las estimaciones compartidas por el economista José Ramón Riera, el IPC que apuntaba el INE en su dato adelantado de agosto era un 1,9% más bajo que el real, debido a ciertas actuaciones llevadas a cabo por este Gobierno y que deben calificarse como sospechosas, como el mecanismo ibérico del gas o como los cambios en los criterios de cálculo del IPC, que se presentaron como «Novedades metodológicas del IPC» y que sirvieron para reducir el peso de los componentes que más subían y para incorporar el mercado libre del gas y la electricidad.
Pese a todo estos nefastos datos, con el cinismo que le caracteriza, la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos en funciones, Nadia Calviño, ha declarado que “España se consolida como la economía europea con mayor crecimiento y menor Inflación, lo cual beneficia a la competitividad de nuestras empresas y también el poder adquisitivo de los salarios”. Y ha añadido que las medidas de política económica aplicadas en España han permitido recortar la Inflación ocho puntos en el último año "en un contexto inflacionario en toda Europa”.