Los banqueros centrales se reúnen en Wyoming, que no es un locutor con mala leche de La Sexta sino un Estado USA. En Jackson Hole, para ser exactos, mientras el planeta económico contiene la respiración a la espera de lo que digan Jerome y Christine.
Pues para mí que no servirá de mucho lo que digan.
Tanto la Reserva Federal (Fed) como el Banco Central Europeo (BCE) han hecho lo que tenían que hacer pero no por lo que lo debían haber hecho. Han subido el precio del dinero hasta el 4% en Europa y el 5% en EEUU para reducir la inflación pero lo que realmente han conseguido -y eso es vital- es que los políticos irresponsables (tampoco muchos, sólo 9 de cada 10 mandamases del mundo) se lo piensan ahora dos veces antes de seguir gobernando como llevan haciéndolo desde hace 50 años años: a costa de emitir deuda pública y endeudar a la población mucho más allá en el tiempo de su cese en el cargo.
Pero los bancos centrales no nos han llevado a la recesión. Es más, lo cierto es que la crisis económica no va a llegar porque ya estamos en ella, en crisis permanente, generacional, en la que nuestros hijos son menos ricos que nosotros, y mientras nosotros fuimos más ricos que nuestros padres... Eso, y no la inflación, ni el PIB, ni tan siquiera el paro, supone una crisis digna de tal nombre.
Llevamos 50 años automutilándonos: es el momento de acabar con el nefasto pensamiento ecologista
Ahora bien, subir el precio del dinero no está reduciendo la inflación, al menos al ritmo esperado, por la sencilla razón de que la actual crisis no es crisis de demanda sino de oferta. Para entendernos: los precios suben, no porque consumamos mucho sino porque producimos poco.
Ahora bien, ¿por qué producimos poco? Pues porque, por ejemplo, las políticas agrícolas del último medio siglo han consistido en subvencionar, no la producción de alimentos sino la vagancia: no producir para mantener precios artificialmente altos. Y claro, ahora resulta que hemos pasado de producir más de lo que necesitamos a producir menos.
Por tanto, Jackson Hole no va a solucionar nada. Powell, Lagarde y compañía están fracasando, no porque se hayan equivocado en sus medidas, sino porque han intentado utilizar, como hace medio siglo, los tipos de interés para reducir los precios. Algo han conseguido, sin duda. Además, que el dinero valga cero no deja de ser un absurdo que devalúa todo los costes de producción, pero la inflación actual no se va a combatir subiendo el precio del dinero sino produciendo más de todo: alimentos, energía, etc. Si no, vean el efecto aceite de oliva: a 10 euros la botella, mientras se nos dice que la inflación baja en Europa (el IPC general, no el precio de los alimentos).
Ahora bien, la economía no es más que una de las muchas consecuencias del pensamiento imperante en el siglo XXI, que es el pensamiento verde. El ecologismo te dice que estás produciendo demasiado y así destrozas el planeta, cuando lo cierto es que la producción económica no desertiza el planeta sino que lo fertiliza. Insisto: en la etapa clásica, el norte de África era el granero del imperio. Cuando los musulmanes, poco amigos de la agricultura, se instalaron el Magreb el desierto del Sáhara avanzó hacia el Mediterráneo.
Hay que acabar con el método de cálculo habitual del pensamiento verde: los recursos del planeta se acaban. No hombre no: el hombre multiplica esos recursos... con su bendita explotación económica del planeta
Por las mismas, ¿pero es que no vemos cómo los precios suben porque se han roto las cadenas de suministro, muchas de las cuales ya sólo producen previa petición de demanda? El ‘just in time’ puede ser un buen método de gestión corporativa, pero es un desastre de gestión si hablamos de macroeconomía.
Así que no esperen mucho de Jackson Hole. Lo que debiéramos esperar es que Lagarde y Powell rompieran de verdad con el tópico imperante y dijeran que el pensamiento verde es un pensamiento negro: de entrada, nos ha metido en la crisis permanente.
Sinceramente, no creo que los monetaristas Jerome y Christine quieran ejercer de líderes de la economía global. Ellos sólo creen en el dinero. Un elemento importante, sin duda, del universo económico. Pero sólo uno de ellos.
Los ecologistas nos dicen que debemos consumir menos, yo digo que hay que producir más: entonces bajarán los precios. Y hay que acabar también con el método de cálculo habitual del pensamiento verde: los recursos del planeta se acaban. No hombre no: el hombre multiplica esos recursos... con su explotación del planeta.