Al final, ha sido JP Morgan, el mayor banco de EEUU, el que se ha quedado con First Republic Bank, por el que pagará unos 10.600 millones de dólares. Al margen de las causas que han llevado a esta situación, resulta llamativo que haya sido JP Morgan el que finalmente ganara la puja porque posee una cuota de mercado muy elevada que, en situaciones normales, no le habría permitido hacerse con la entidad por suponer posición de dominio, algo muy vigilado en EEUU.
También llama la atención, aunque tal vez fuera más previsible, el discurso del primer ejecutivo de JP Morgan, Jamie Dimon: “El Gobierno nos ha pedido dar un paso al frente y lo hemos hecho”, señaló. ¿Comprenden? JP Morgan asume el sacrificio por el bien de la nación, un sacrificio que, además de proporcionarle una cuota de mercado muy superior a la permitida en circunstancias normales, le reportará una ganancia extraordinaria neta de 2.300 millones, así como un beneficio neto anual de unos 450 millones.
Todo esto después de un plan de ajuste de unos 2.000 millones. Vamos, un sacrificio enorme que se acentúa al comprobar que la mayoría de las algo más de 80 oficinas que la entidad tiene en ocho estados del país están en barrios de clase alta.
Dicho todo lo anterior, conviene recordar la idea principal: la caída del First Republic Bank, así como las del SVB y el Signature Bank no responden a una crisis bancaria, sino a la actual crisis de deuda provocada, en gran parte, por la irresponsabilidad de los gobiernos, que han endeudado a varias generaciones en aras del Estado del bienestar.