Hace ya unos años, minutos antes de comenzar la Junta de Accionistas le preguntaron a un conocido banquero si esperaba alguna sorpresa, a lo que respondió sin pensar: “no, ya está todo arreglado”. Inmediatamente después se dio cuenta del desliz e intentó convencer a los presentes de que, en realidad, no era así. Nadie le creyó, naturalmente.
Se aproximan las juntas de los principales bancos de nuestro país -el primero será el BBVA el día 18- y en ninguno de los correspondientes consejos de administración dudan de que las propuestas saldrán adelante con amplia mayoría. En otras palabras, las juntas de accionistas se han convertido en un mero trámite. La ‘junta’ importante es la que reúne a la cúpula del banco con los fondos accionistas, como hacía Francisco González (FG) cuando presidía el BBVA.
Actualmente, incluso los fondos se han sofisticado de tal manera que delegan ese papel en los proxys, generalmente encarnados en despachos de abogados.
En definitiva, el accionista minoritario bancario cada vez pinta menos, y tras la pandemia corre el riesgo de pasar a ser completamente invisible.
Así ha sucedido con las juntas telemáticas celebradas durante 2020 y 2021 con gran satisfacción por parte de los consejos de administración. No porque sean personas que disfruten sin salir de casa, sino porque las juntas por YouTube desaniman a la participación, no solo de Juan Español, poseedor de 10 acciones, que quiere recriminarle al presidente la negativa evolución en Bolsa, sino de los sindicatos, grupos ecologistas, feministas, etc.
Los bancos no solo descuidan al cliente mayor, sino también al accionista minoritario. Y eso se nota, incluso, en los detalles que históricamente se regalaban a los que acudían o delegaban su voto. En este 2022, por ejemplo, el Sabadell obsequiará con una caja de bombones y el Santander con unos auriculares inalámbricos. El BBVA, sin embargo, no regalará nada con el pretexto del Covid, y, en su lugar, hará un donativo a una ONG.