El sector financiero llegó a tener en España 46.065 sucursales. Fue en 2008. A partir de entonces, el número de oficinas bancarias -y el de empleados- no ha hecho otra cosa que disminuir. Han pasado once años desde entonces y, lejos de estabilizarse, el número de sucursales continúa cayendo a pesar de la brutal consolidación que ha sufrido el sector.

Efectivamente, según datos del Banco de España, durante el primer semestre de este año, los bancos cotizados eliminaron 531 sucursales en nuestro país, esto es, 2,9 oficinas cada día, hasta alcanzar las 15.817 sucursales, de las que 11.305 corresponden a los tres grandes bancos, Santander, BBVA y Caixabank.

Como es fácil imaginar, son ellos los que concentran, además, el mayor número de cierres. Concretamente, desde enero hasta junio, Caixabank eliminó 203 oficinas (el 3,93%) y abrió 18, el Santander cerró 125 (el 2,95%) y abrió 2, y el BBVA cerró 107 (el 3,77%) y no abrió ninguna.

Ahora bien, el banco que proporcionalmente redujo más su red fue Liberbank, que cerró 50 oficinas, el 7,33% de las 682 con las que comenzó el año. El segundo en este ranking es Unicaja, que eliminó 48, el 4,16% de sus oficinas. ¿Y Bankia? La entidad nacionalizada solo cerró 24 sucursales (el 0,91%) y cuenta con 2.277.

Los dos únicos bancos cotizados que no solo no redujeron el número de oficinas, sino que lo aumentaron fueron Sabadell y Bankinter. Tampoco se emocionen: la entidad que preside Josep Oliu abrió 2 sucursales (cuenta con 1.871), mientras que Bankinter sumó una y ya tiene 364.

Y esto es solo durante la primera mita del año. Un 2019 que no está siendo nada fácil para el sector, con el amigo Mario Draghi despidiéndose a lo grande del BCE, con medidas que favorecen a los políticos irresponsables pero que ponen contra las cuerdas a las entidades, especialmente a la banca doméstica, es decir, a la española.