Iberdrola mantiene tantos frentes como los países en que opera, que no son pocos, al tiempo que su presidente, Sánchez Galán, la lía donde interviene, aunque no lo hace con la misma frecuencia de otros. Otra cosa es la cotización, que sigue en los niveles de hace un año, aunque ya está en marcha la válvula para que suba: el plan estratégico 2018-2022, que pretende situar el beneficio anual entre 3.500 y 3.700 millones.
Paradójicamente, para esa meta poco tienen que ver los conflictos latentes en la eléctrica, como el que mantiene con Siemens por Gamesa o con Enel por Brasil, muy mediáticos ambos. Al fin y al cabo, no se juega tanto ahí como en la planificación energética que prepara el ministro de Industria, Álvaro Nadal, otro de los frentes de Galán.
Iberdrola es un gigante eólico, cierto, pero el 40% del negocio está España, aunque se proyecta al exterior como una multinacional más: en Brasil, con Neonergia (52,4%), Reino Unido (Scottish Power), EEUU (Avangrid), México o Alemania.
¿No se puede luchar contra un Estado”, por Enel, o ¿cómo convencer a Siemens para que aparque sus excesos?
Los roces con Nadal son naturales. Galán ha dicho con frecuencia que él “no hace la política energética”, pero eso no rebaja, sino que eleva la intensidad del debate con el ministro. Ha pasado con el carbón (la eléctrica ha decidido ya dar carpetazo a sus dos últimas centrales térmicas, la de Lada y Velilla), pero sobre todo con la energía nuclear, siempre en suspense y mucho más necesaria. No sólo por la fiscalidad -Galán quiere que baje para asegurar la rentabilidad y que no sea una negocio ruinoso-, también por la mayoría antinuclear en el Parlamento.
Esa guerra no ha acabado, pero de la planificación de Nadal dependerán también los ingresos en el negocio regulado, del mismo modo que el temido cierre de centrales, tras el frustrado real decreto del precipitado ministro. Nadal, en fin, no se ha detenido y sigue adelante con una ley que tendrá que pactar con Ciudadanos y el PSOE.
En cualquier caso, son factores a tener en cuenta en el futuro de la eléctrica, que ha dejado negro sobre blanco sus planes para aumentar inversiones, sobre todo en redes y en renovables, rebajar los gastos y ejecutar la venta de activos.
De esa ecuación depende también la deuda, otro frente de Galán. Ahora está en 33.299 millones y es consciente de que debe reducirla en volumen y coste financiero.
El escenario, cierto es, apunta en la distancia, pero tiene concreciones también en el corto plazo. Por ese motivo ha puesto en venta, esta misma semana, las centrales de ciclo combinado de gas en Reino Unido, con las que espera ingresar entre 1.500 y 2.000 millones de euros. No es poco, ojo, teniendo en cuenta que espera recaudar 3.000 millones hasta 2022 por la venta de activos.
La semana anterior cerró la venta por 75 millones de dólares (en euros, 62 millones) del negocio gasista de almacenamiento de gas EEUU de su filial Avangrid, aunque por otros motivos: evitar pérdidas. Es lo mismo que hizo, en marzo, con el negocio de trading de gas (también de Enstor Gas) por 150 millones.
Nadal es el factótum de la planificación energética y prepara su vendetta tras su fallido real decreto sobre cierre de plantas
De algún sitio tiene que sacar el dinero que planea invertir, en fin, durante los próximos cinco años (32.000 millones), para los que cuenta también, como es lógico, con la capacidad de generar ingresos de la compañía. Según el plan estratégico, espera limitar el aumento de la deuda a 5.000 millones.
Todos estos datos ayudan a contextualizar, con no pocas razones, el lío en Brasil por el control de la distribuidora Eletropaulo. El morbo está más en la disputa con Enel, dueña de Endesa, no el impacto en el Ebitda del grupo es muy limitado. Del desenlace de esa operación, en cualquier caso, depende mucho de la posición de uno u otro en Brasil.
Para Neoenergia, hay un claro interés estratégico, por su feliz complemento con Eletropaulo, pero no es determinante. No se verán las caras hasta la subasta del 4 de junio. Mientras tanto, Iberdrola ha dejado claro su mosqueo y ha acudido al arbitraje contra Eletropaulo por romper el acuerdo que firmaron.
Galán tampoco baja la guardia en Europa. Por eso ha llevado la guerra de opas con Enel por la guerra a Bruselas -no a los tribuales- para denunciar que la italiana ataca con pólvora del rey, porque el Estado tiene un 25%. Y como ha dicho Galán esta misma semana “no se puede luchar contra un Estado” que ofrece precios fuera del mercado. Y Enel es la misma, qué cosas, que controla Endesa y no sólo eso: exprime a la española, como se vuelto a ver en los resultados del primer trimestre.
El lío se repite en la disputa de Galán con Siemens por Gamesa. El presidente insiste en sus dos propuestas para despertar a la alemana, poniendo el énfasis en la españolidad y las mejoras en el gobierno corporativo… Está pidiendo a gritos a Rosa García y a Markus Tacke, presidenta de Siemens en España y Ceo de Siemens Gamesa, que lo tenga más en cuenta y se dejen de mandar sólo en alemán.
Empresas con problemas
Sigue, una semana más, la cascada de resultados empresariales, entre los que sobresalen los del Grupo FCC, al que le va mucho mejor en general, pero con un problema particular, FCC Construcción, que lima al resto porque no funciona. No daría más de sí, sin un complemento: la indiferencia de Carlos Slim con FCC, enamorado de Realia. También la inmobiliaria ha presentado resultados: gana menos y achica poco la deuda.
Abengoa, mientras, está en plena negociación con los bonistas que impugnaron la reestructuración y a los que el juez dio la razón. Eso añade tensión porque el arreglo pasa por una emisión de bonos de 142 millones de euros para evitar que bloque el bloquee al plan de saneamiento, aunque no cuestiona la viabilidad del proceso iniciado en noviembre de 2016.
La cara amable para la ingeniería ha estado en el contrato logrado en Dubai, que representa en el 38,6% de la cartera en diciembre de 2017, de 1.424 millones de euros.
Duro Felguera, mientras, sigue adelante para evitar el concurso de acreedores, con la suma del Consejo de Administración al acuerdo de la banca. Ojo, lo principal es el socio que aporte los 150 millones para la ampliación de capital.