España insiste en caer en el error alemán de cerrar la nuclear (el calendario previsto es progresivo y se dará entre 2027 y 2035), si no hay cambios, a pesar de que las voces contrarias siguen aumentando. Pero entre ellas no está RTVE, para la que esta energía limpia ya no existe: no la ha incluido a la hora de explicar cómo funciona el mercado mayorista de electricidad (el denominado pool) tras entrar en vigor el timo del tope ibérico al gas.
Así se ha podido ver en el programa ‘La hora de la 1’, donde uno de sus presentadores, Silvia Intxaurrondo, ha explicado un gráfico, señalando que en el pool primero entran las energías limpias (eólica, solar, hidráulica, maremotriz, biomasa y geotérmica), pero no se ha visto ni se ha hablado de la nuclear. Además, ha añadido que después entran las energías sucias (carbón, petróleo y gas), siendo está última la que marcaba el precio final de la luz y que ahora no lo hará durante el periodo de vigencia de la ‘excepción ibérica’ (es decir, hasta el 31 de mayo de 2023).
Silvia Intxaurrondo ha explicado un gráfico, señalando que el 'pool' primero entran las energías limpias (eólica, solar, hidráulica, maremotriz, biomasa y geotérmica), pero no se ha visto ni se ha hablado de la nuclear. Y ha añadido que después entran las energías sucias (carbón, petróleo y gas)
El olvido de la nuclear no es baladí, porque ya saben que la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, no le da la más mínima oportunidad e insiste en el calendario de cierre, justo cuando en la mayoría del mundo se está viviendo un renacimiento nuclear con anuncios de extensión de la vida útil de las centrales, la construcción de nuevas y la apuesta por los reactores modulares pequeños (SMR). En el caso de España, conviene que RTVE recuerde que la nuclear ha aportado el 20,81% de la producción eléctrica en 2021, sólo por detrás de la eólica (23,29%) a poca distancia, con sólo una potencia instalada de 7.100 megavatios (MW) -es decir, el 6,31% del total de los 112.000 MW energéticos que hay en España-, ha funcionado unas 7.600 horas (el 87% de las horas del año) y ha evitado la emisión de 20 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera (equivalente al 96% de las emisiones de todo el parque automovilístico español).
Cifras y datos que ofreció Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear, hace casi dos meses, cuando aprovechó para insistir en que es un error cerrar los reactores españoles, porque para sustituir cada gigavatio se necesitan cinco o seis de fotovoltaica. A principios de marzo, desde la Sociedad Nuclear Española (SNE), se lanzó un órdago al Gobierno al señalar que las centrales no deben cerrar sino que hay que ampliar su vida útil de 40 a 60 años porque “España no puede permitirse el lujo de perder una energía baja en carbono, estable y no dependiente”, afirmó Héctor Dominguis, presidente de la SNE. Más recientemente, UGT, los verdes finlandeses y hasta Uganda han apoyado la energía nuclear y la lista sigue creciendo, pero Ribera sigue obsesionada en decirle ‘no’, a pesar de que no emite CO2. Además, en el Congreso, se celebró la jornada ‘Caminando hacia la soberanía energética de España’ organizada por Vox, donde se apuntó que el cierre nuclear nos lleva al “abismo” y no podemos mantener el calendario pactado.
Antes de que acabara 2021, quedaban seis, con una potencia instalada de 8.500 MW y que producían el 12% de la electricidad, pero se terminó el año cerrando las tres últimas y sucederá lo mismo con las tres restantes a finales del presente año. Eso sí, ha aumentado la producción de carbón... y el uso del gas
Aún queda algo de esperanza en que España no caiga en el error de Alemania, que cerrará sus últimas tres nucleares a finales de año. Ahora hay diferencias entre el canciller Olaf Scholz (el “amigo Olaf”, como le llamó Pedro Sánchez) y el ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner: este último se ha mostrado a favor de al menos no descartar categóricamente el retorno a la nuclear: “Alemania no debe cerrar los ojos ante un debate que se está dando en todo el mundo”. Eso sí, todo dependerá del nivel de desmantelamiento de dichas centrales o de si apostará por nuevas o por los SMR... Conviene recordar que el adiós alemán a la nuclear se decidió hace tiempo, pues fue pilotado por Angela Merkel tras el accidente de Fukushima en 2011: ocho de los 17 reactores alemanes estaban entonces en fase de parada y siendo revisados, pero se decidió apagarlos definitivamente y el cierre progresivo de los nueve restantes finalizando en 2022, 14 años antes de lo previsto en un principio (2036). Antes de que acabara 2021, quedaban seis, con una potencia instalada de 8.500 MW y que producían el 12% de la electricidad, pero se terminó el año cerrando las tres últimas y sucederá lo mismo con las tres restantes a finales del presente año.
En el Foro de Davos que se celebró en enero de 2019, la propia Merkel refirió el cierre nuclear y que tenían “un enorme desafío por delante debido a que las únicas fuentes de energía que son capaces de dar respuesta a nuestras necesidades energéticas son el carbón y el lignito [es un tipo de carbón muy abundante de origen mineral]”. A pesar de que la ‘verde’ Merkel reconocía que “el problema es que el lignito es una fuente de energía que emite mucho dióxido de carbono” y también refería que “el gas natural de nuevo jugará un rol esencial para nosotros durante las próximas décadas”.
Alemania insiste en cerrar sus últimas nucleares, pero ha elevado la producción de carbón y también depende mucho del gas ruso. Scholz ha llamado a hacer acopio de agua y alimentos, y Lindner invita a la austeridad energética. Y ojo, Gazprom reducirá un 40% el gas que envía por el gasoducto Nord Stream
En estos meses, sobre todo, tras la invasión rusa de Ucrania y el estallido de la guerra, lo que también ha provocado una crisis energética, Alemania ha elevado la producción de lignito y hulla, mientras la de renovables baja, y sigue teniendo al carbón como primera fuente de generación eléctrica. Scholz insiste en cerrar sus últimas tres nucleares y a principios de mes llamó a la población a hacer acopio de agua y alimentos para que esté preparada en caso de apagón y de crisis de desabastecimiento. Sigue dependiendo mucho del gas ruso... y Gazprom acababa de cortar el grifo a Shell Energy Europe, su suministrador, y ahora Alemania ha anunciado un préstamo de 10.000 millones de euros para rescatar a Gazprom Germania (que desde abril está bajo el control de la Agencia Federal de Redes). Además, Lidner ha invitado a los 80 millones de habitantes de Alemania a la austeridad energética: “No se trata de oler mal o de ducharse menos, sino de hacerlo pensando en la eficiencia energética”. Y ojo, porque este martes, Gazprom ha anunciado que reducirá un 40% el volumen de gas que suministra a Europa por el gasoducto Nord Stream debido a la demora de las reparaciones por parte de Siemens y a las sanciones de Occidente contra Rusia.
Alemania debería tomar nota de Bélgica: acordó cerrar sus siete reactores nucleares en 2025, pero la guerra en Ucrania, la crisis energética y el encarecimiento de la energía les han hecho rectificar. De hecho, retrasarán el adiós hasta 2035, como anunció su primer ministro, Alexander De Croo, a principios de marzo. Ahora se ha conocido que el 66% de los belgas quiere que su país continúe usando la nuclear después de 2025, porque no sólo la considera buena para luchar contra el cambio climático, sino que la ven como la mejor fuente de energía para ayudar a garantizar la seguridad de suministro.
El Parlamento Europeo señala que la nuclear y el gas no son energías verdes, marcando así la intención de voto de cara al pleno de principios de julio y yendo en contra de la Comisión Europea, que hace unos meses apostó por incluir ambas energías en la taxonomía verde europea
Y una última hora desde la UE: el Parlamento Europeo ha señalado que la nuclear y el gas no son energías verdes, marcando así la intención de voto sobre un tema que se votará en un pleno a principios de julio. De esta forma, va en sentido contrario a la Comisión Europea, que hace unos meses apostó por incluir ambas energías en la taxonomía verde europea. Sin embargo, hay que destacar que desde Bruselas tampoco se ha hecho mucho más por impulsar la nuclear (¡un error!): se aprobó elevar la producción de carbón más del doble que la nuclear, dentro del paquete de medidas ‘REPower EU’ para reducir la dependencia de los combustibles fósiles rusos en dos tercios este año. Y esto nos lleva a poder hablar claramente del cachondeo ideológico-verde de Europa, porque apuesta por el carbón, que sí emite CO2,... mientras persigue emisiones neutras.