El económico Expansión pública este lunes, 9 de agosto, una entrevista con Diego López Abellán, el responsable para banca de Accenture. Hombre tiene gracia que asegure que a Ibercaja le vendría bien entrar en Unicaja-Liberbank o en Caixabank.

A Caixabank no le interesa Ibercaja, aunque le interesó en su momento. A los primeros sí les interesaría Ibercaja, pero a quien no conviene es a los aragoneses.

Para entendernos, una nueva fusión, salvo la absorción de BBVA por el Santander, pero ahí estamos hablando de los grandes, es muy complicada ahora mismo. Los tres bancos medianos tienen difícil matrimonio, cada uno por razones diversas. Ibercaja porque no le da la gana, por mucho que Abellán ande a la caza de un posible negocio. Ibercaja quiere seguir siendo una entidad independiente y sobre todo, aragonesa. Además, si no se unió a Unicaja en su momento, ¿por qué iba a hacerlo ahora en que, unida a Liberbank, es más grande que ella?

El problema de Abanca es que nadie sabe lo que hay dentro y, encima, Juan Carlos Escotet pretende absorber y no ser absorbido. Y claro, no tiene volumen para ello.

Como tampoco lo tiene Jaime Botín, con Bankinter, dicho sea de paso, cuyo modelo -no soy grande pero hago de todo y soy muy rentable- empieza a ser puesto en entredicho. Y a medida que se separe más de Línea Directa, más difícil tendrá continuar con el modelo actual: soy mediano y actúo como un grande.

¿Kutxabank? El banco del PNV sólo quiere un consejero del Euskadi Buru Batzar EAJ-PNV en una gran entidad. Es decir, Andoni Ortúzar quiere un consejero en un banco de campanillas. Los chicos de Ortúzar tiemblan ante la posibilidad de que les vuelva a ocurrir lo mismo que en Euskaltel, porque a los fondos, que son los que mandan hoy en los mercados internacionales, les importa poco el pedigrí nacionalista y la patria vasca. Es más les trae sin cuidado.

A medio plazo, el enemigo de la banca como sistema de pagos será la banca nacida digital

Lo que el PNV desearía, por eso se apuntó a la fusión BBVA-Sabadell, es tener un consejero en un gran Consejo, consejero de partido, se entiende. Los vascos, a los que hay que reconocer que saben crear empresa, han tirado la toalla en el sector bancario.

Son difíciles las fusiones, ciertamente. Y los que peor lo pueden pasar no son los bancos pequeños, la Banca Pueyo, la Caja de Ahorros de Onteniente o la Caja Rural de Navarra (ninguno de ellos lo está pasando mal) sino los medianos. Los grandes se dedican a perder grasa en forma de despidos. El problema de los márgenes, de los tipos casi en negativo, puede afectar más a la banca mediana que a la pequeña y la grande.

Y un segundo factor no menos importante: la transformación de la banca no es hacia lo digital sino hacia la banca personal, privada, si lo desean. Al menos, a corto plazo. Es lo que exigen las clases medias y lo que exigen autónomos y pymes. Y tengo dudas sobre si la gran banca española, así como la mediana, se ha dado cuenta de ello.

Además, a medio plazo, el enemigo de la banca como sistema de pagos será la banca nacida digital. A lo mejor le cuesta algo más en el activo, porque cuando uno va a pedir una hipoteca le gusta ver la cara del prestamista… y al prestamista la del prestatario.

En cualquier caso, las fusiones se ponen más difíciles en España. A medio plazo al menos como sistema de pagos, creo que la banca digital, en efecto, puede hacer daño a los grandes y puede sangrarles más plantillas. Ahora bien, dicho esto, el reto de la banca, al menos ahora mismo, no es la digitalización, que sólo es una obviedad, sino la administración de ahorros, llámenlo banca personal o llámenlo como quieran. Una banca de comisiones no de interés. Es decir, la islamización del negocio bancario. Ya saben: el Corán prohíbe los intereses, que son usura, peor no las comisiones.

Y además, vuelve la banca industrial, como consecuencia lógica de la banca patrimonial, que tendrá que invertir en empresas y practicar, sin prisa pero sin pausa, el capital-riesgo. O sea, recuperar lo que le han quitado los fondos.