El martes conocíamos el 'marrón' que Escrivá deja a Saiz: el gasto en pensiones de diciembre (normal y extra) asciende a 24.000 millones de euros, y ayer miércoles se difundía el dato adelantado del IPC de noviembre (3,2%), que indicia lo que las pensiones subirán en 2024.

Por tanto, y tras la reforma de las pensiones, las contributivas crecerán un 3,8%, acorde con el IPC. Por lo que, aproximadamente, podemos saber qué gasto llevará aparejada esta subida: 7.600 millones de euros, según el Grupo de Investigación en Pensiones y Protección Social. Además, las pensiones no contributivas se incrementarán un 6,76%.

El problema es el de siempre, de dónde sale el dinero. Nadie quiere reducir las pensiones, pero nadie sabe cómo financiarlas... empezar a pagarlas con IVA y reducir la edad de jubilación serían dos pasos clave para evitar la quiebra absoluta del sistema.

Pero a la vista del nuevo informe del Banco de España, la segunda medida empieza a complicarse. Así, el organismo capitaneado por Pablo Hernández de Cos ha advertido que la incidencia de ciertos problemas de salud en la población española con edades cercanas a la jubilación podría suponer “una limitación” a la hora de aumentar la edad de jubilación.

Banco de España recoge los datos de la escuesta Survey on Health, Ageing and Retirement in Europe de 2015. Y según los datos, la salud se deteriora al pasar del grupo de edad de entre 55 y 64 años al de entre 65 y 69 años, un 38% de los españoles en el primer grupo presentaba enfermedades crónicas, que van desde hipertensión a cáncer, mientras en el segundo grupo de edad el porcentaje se disparaba al 53%. Sobre todo en las mujeres, que superaban el 60%. 

En cuanto a los problemas de movilidad, entre los 55 y los 64 años sólo el 10% se veían afectados, cuando el porcentaje ascendía al 15,8% en los hombres y al 30,1% de las mujeres en el grupo de 65 a 69 años. Los síntomas de depresión pasaban de un 7,2% de hombres afectados de entre 55 y 64 años y del 28,9% de las mujeres al 16,3% y el 32,1%, respectivamente.

Ante estos datos, el Banco de España admite que, a pesar de que se puede observar una mejora en la salud y una mayor longevidad, “la prevalencia de determinados problemas de salud en la población con edades cercanas a la jubilación podría suponer una limitación de cara a alargar la vida laboral de este colectivo”.