Recomprar acciones para luego amortizarlas suele tener un efecto positivo en la cotización, a menos que existan otras circunstancias más poderosas que empañen o ahoguen ese efecto. Es lo que le ha sucedido al BBVA, que este miércoles inicia el segundo tramo por valor de 1.000 millones de euros.

Hablamos, en total, de la amortización de 3.500 millones de euros en acciones, plan que el banco ya ha ejecutado en su primera fase por valor de 1.500 millones.

Lo más probable es que sea uno de los asuntos que trate la Junta del viernes 18, porque lo cierto es que desde que anunció la recompra de acciones a finales de octubre, la cotización del banco ha caído un 14,5% frente al retroceso del 6% del Santander durante el mismo periodo, y frente a la subida del resto de entidades del Ibex.

Algo pasa con el BBVA y se llama Garanti, su filial turca de la que posee el 49,8% y tiene pendiente la autorización de la Opa lanzada por el resto de acciones. En realidad, el problema no es Garanti, el primer banco privado del país, sino Recep Tayyip Erdogan y sus mandatos económicos que han provocado un desplome de la lira turca superior al 20% y una inflación disparada que cerró febereo en el 54,4%. En este contexto, a Erdogan no se le ocurrió otra cosa que bajar los tipos de interés para fomentar el crecimiento económico.

Eso en el plano macro, porque el micro también tiene sus propias historias. Por ejemplo, la de Turk Telekom, la principal teleco del país, que en 2018 fue rescatada por los bancos que asumieron la línea de crédito de 4.000 millones de euros que no podía devolver. El BBVA se convirtió en accionista forzoso de la compañía al quedarse con el 12% por 850 millones de euros. Una participación que ahora le ha recomprado el fondo soberano de Turquía, controlado por Erdogan, naturalmente, por 200 millones, según The Objective. Una operación redonda, a la que siguió la compra del hotel Fantasía Deluxe, el resort de lujo más famoso del país, por unos 85 millones de euros.