McDonald’s llegó a Rusia hace 32 años (concretamente aterrizó el febrero de 1990), al final de la Guerra Fría y con la caída de la URSS, y ahora se va por la guerra de Ucrania. De esta forma da un paso más, después de que a principios de marzo, cuando había pasado una semana desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, decidiera suspender las actividades y decretara el cierre temporal de sus locales en el país de Vladimir Putin: ahora ha iniciado la venta de sus 850 restaurantes.
Eso sí, al contrario de lo que ha hecho Renault, McDonald’s, por ahora, no ha dejado la puerta abierta a un posible regreso. La cadena de restaurantes de comida rápida con sede en Chicago (EEUU), que ganó un 28% menos en 2021, asumirá un cargo de entre 1.150 y 1.340 millones de euros con la salida de Rusia. “La crisis humanitaria causada por la guerra en Ucrania y el precipitado e impredecible entorno operativo han llevado a McDonald’s a concluir que la continuidad del negocio en Rusia ya no es sostenible, ni es coherente con sus valores”, ha señalado la compañía.
Ahora está tratando de vender toda su cartera de restaurantes a un comprador local, que se haga cargo de sus 62.000 empleados, los cuales seguirán cobrando hasta que se cierre cualquier transacción y tengan un empleo futuro. “Estamos excepcionalmente orgullosos de los 62.000 empleados que trabajan en nuestros restaurantes, junto con los cientos de proveedores rusos que apoyan nuestro negocio, y nuestros franquiciados locales”, ha subrayado el presidente y director general de McDonald’s, Chris Kempczinski, destacando que “su dedicación y lealtad” hace que el anuncio de la salida de Rusia “sea extremadamente difícil”, pero sin olvidar que “tenemos un compromiso con nuestra comunidad global y debemos permanecer firmes en nuestros valores”.