Lo peor que le puede suceder a una empresa que cotiza en bolsa es no cumplir las previsiones, aunque sea por poco margen. Todo lo demás da lo mismo: puede aumentar los ingresos, disparar el beneficio e incluso reducir deuda, todo a un tiempo, pero si no cumple las estimaciones no tiene nada que hacer y el varapalo bursátil está prácticamente asegurado.
Es lo que le ha sucedido a Meliá Hotels International, que se ha desplomado un 9,1% en bolsa, tras publicar -miércoles tarde- unos buenos resultados del semestre, con un beneficio de 51,4 millones de euros, un 11,2% más que hace un año, tras ingresar 960,1 millones, un 5,5% más. No sólo eso, la compañía que dirige Gabril Escarrer aprovechó para seguir reduciendo la deuda acumulada durante la pandemia, en este caso en 271,6 millones, hasta situar la deuda del grupo en 892,1 millones de euros.
Lo dicho: la compañía no ha cumplido las expectativas del segundo trimestre -las ventas fueron de 520 millones, por debajo de los 528 estimados, igual que el Ebitda, que fue de 142 frente a los 144 estimados- y se ha desplomado en bolsa.
Y eso a pesar de que Meliá prevé una temporada de verano “prometedora”, con una demanda que no para de crecer, no sólo en España sino en todos los mercados donde está presente el grupo. El mercado es así.