Meliá cerró el mes de septiembre con optimismo, tras un comienzo de año impactado por la variante Ómicron. Aún así, los ingresos de los nueve primeros meses del ejercicio alcanzaron los 1.273,4 millones de euros, un 144,6% superiores a los de 2021 (excluyendo plusvalías), y solo un 8,1% inferiores a los de septiembre de 2019.

En la nota remitida el jueves a la CNMV, la compañía destaca el aumento de los ingresos en el tercer trimestre, incluso por encima de niveles pre-covid y a pesar de disponer de un menor número de habitaciones disponibles, gracias al aumento del 29,1% del precio medio, respecto al mismo periodo de 2019.

Así las cosas, el Ebitda de los nueve primeros meses alcanzó los 328,5 millones, frente a los 0,7 millones de 2021 y un 11,9% menos que en 2019. El beneficio neto ascendió a 52,6 millones, frente a las pérdidas de 166,3 millones del año anterior.

Una vez recuperado el crecimiento del negocio, la principal preocupación del CEO, Gabriel Escarrer, es la reducción de la deuda, que cerró septiembre en 2.779 millones de euros después de reducirla en 74 millones durante los nueve primeros meses del año. La clave será la próxima venta de activos que prepara la compañía con la que pretende obtener unos 200 millones de euros, cifra similar a la alcanzada con la venta de activos en 2021.

Todo esto, claro está, ante un futuro incierto, con la inflación disparada y una recesión casi inevitable. El mercado tampoco lo tiene claro y la cotización de Meliá se ha mantenido prácticamente plana este viernes con un IBEX que a media sesión subía cerca de un 0,4%.