El próximo lunes 30, Ignacio Galán cumple 74 años de edad. Es muy posible que lo celebre desde donde realmente dirige Iberdrola, desde su finca de Matilla de los Caños del Río, provincia de Salamanca, junto a su hijo Nacho, y su yerno, David Mesonero. Las malas lenguas dicen que entre ambos está el sucesor, aunque el que más ha ascendido en el escalafón de la eléctrica, recientemente, es el hijo, no el yerno.
Con todo respeto hacia Matilla de los Caños del Río, a los mercados no les gusta ese gobierno familiar de don Ignacio, pero con él, resulta que Iberdrola vale 87.000 millones de euros y Galán promete que cerrará en los 100.000 millones de euros.
Se ha hecho con el 100 por 100 del capital de Avangrid y la tentación de seguir los pasos de Ferrovial se le ha acabado en seguida: perdería demasiado dinero regulado
¿Cuál es el estilo de gestión de Ignacio Sánchez Galán? Un presidente de una importante empresa lo califica como el estilo "vertical". No es ningún secreto que Galán es un nómada de los negocios: huele el beneficio pero lo suyo es el vagabundeo. Lo hizo con la energía eólica y la solar, ahora con la eólica marina y con el hidrógeno. Galán llega antes que ningún otro a la novedad subvencionada, pero inmediatamente después, lo pone en venta. En eólica marina y, sobre todo, en hidrógeno, mejor que venda cuanto antes, porque son dos negocios que amenazan ruina.
Entendámonos: su punto fuerte sigue siendo la hidroeléctrica, el mayor chollo energético en España y que no precisa apenas inversiones, pero se anticipa siempre a la competencia, pone en marcha la planta y en ocasiones, ni tan siquiera la explota: les da el pase en seguida... salvo en hidráulica, claro, que es la joya de la corona.
Lo de la verticalidad alude a que lo hace con más fuerza que ningún otro, de una tacada y por derecho. Es una mezcla de puesta en marcha y de especulación o venta sin pasar por la explotación salvo que resulte estrictamente necesario. Lo suyo es poner en marcha cosas y vender antes de que haya que empezar a amortizar.
Incluso juega peligrosamente, porque a nadie se le escapa que una deuda que ronda los 50.000 millones de euros es mucha incluso para Iberdrola.
Y es por todo esto por lo que más de uno se ha quedado de piedra cuando Galán ha pronunciado su frase mágica. Ocurrió en Bretaña, donde se había llevado una corte de periodistas. De repente, el hombre verde, el del color verde corporativo, el de las corbatas verdes, el más ecologista de todos los ecologistas, aseguró que "la transición" climática no sólo es "energía verde", también había que industrializar.
Galán quiere terminar su carrera con una fusión. Asegura que cuando Iberdrola valga 100.000 millones de euros habrá concluido su labor... ¿a que no?
A ver si lo he entendido: es el personaje que en su verticalidad creó Gamesa y luego la vendió, dejando tirados a un montón de minoritarios y entregando a Siemens una fábrica que a los alemanes les ha costado mucho mantener con traumáticas reducciones de costes.
Es el mismo hombre que siendo el rey de la eólica, antes de entrar -verticalmente- en la otra renovable, aseguraba que la energía solar -la otra renovable- no era más que un producto financiero alentado por las subvencioens públicas.
Pues eso, que ahora -a lo mejor es que se ha leído los informes de Mario Draghi y Enrico Letta- resulta que Galán ya no vive de la energía, sino de la industria. Pues la industria no concilia con el vagabundeo de don Ignacio: en la industria hay que quedarse un tiempo, a lo mejor incluso mucho tiempo.
Pero, ante todo, verticalidad...
Es la metamorfosis continua de Ignacio Galán: ahora se nos ha vuelto industrial.
De hecho, ahora Galán desprecia a Endesa y a Naturgy y su objetivo es poseer un complejo industrial como el de Repsol, que vale seis veces menos en bolsa pero su complejo industrial supera con creces al casi inexistente de Iberdrola.
Es lo mismo: Galán entrará en el universo industrial con verticalidad. Eso sí, en la industria no vale lo de crear y vender: hay que permanecer.
Al margen: Iberdrola acaba de hacerse con el 100 por 100 del capital de la norteamericana Avangrid. Le encanta USA pero la tentación de seguir los pasos de Ferrovial se le ha acabado enseguida: perdería demasiado dinero regulado, o sea, público.
En cualquier caso, Galán quiere terminar su carrera con una fusión. Asegura que cuando Iberdrola valga 100.000 millones habrá concluido su labor: ¿A que no?