Claudia Sheinbaum acaba de cumplir 100 días como presidenta de México y las encuestas no se ponen de acuerdo acerca del apoyo popular que mantiene. Según algunos sondeos, sube y se consolida, pero según otros, cae significativamente, sobre todo por culpa de la inseguridad y el crimen organizado.
En materia económica el futuro tampoco está claro, aunque esa incertidumbre tiene una poderosa justificación: México es el patio trasero de EEUU y Donald Trump no tomará posesión de su cargo hasta el lunes 20 de enero, Día de Martin Luther King.
Hasta ahora, Sheinbaum ha sorprendido… para mal, al menos a los que confiaban en que fuera menos radical que su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, AMLO. La presidenta mexicana, como recordarán, excluyó al rey Felipe VI de su toma de posesión y, además, exigió que España pidiera perdón por civilizar aquellas tierras hace más de 500 años.
Bajando a lo concreto, Ana Botín se entendía a las mil maravillas con AMLO, pero no termina de encontrar ese mismo ‘feeling’ con doña Claudia. Aún es pronto, ciertamente, pero la presentación de Openbank en México nada tuvo que ver con el toque de campana en la Bolsa de Nueva York, cuando se lanzó en EEUU. Y México está llamado a ser uno de los principales mercados del Santander, como ya lo es Brasil.
Carlos Torres se juega mucho más porque la filial mexicana del BBVA es el motor del banco que aporta más de la mitad del beneficio del grupo. Si la economía mexicana se constipa, el BBVA podría enfermar de gravedad. Por eso, habrá que estar muy atentos a los primeros movimientos de la administración Trump con México.
AMLO era un visionario, pero dejaba hacer en materia económica, tal vez porque le aburría. Sheinbaum, ultraizquierdista como su predecesor, que odia a España, indigenista, todavía no ha enseñado todas sus cartas en materia económica.