En términos generales se puede afirmar que Microsoft va por delante en inteligencia artificial gracias a su inversión en OpenAI, la empresa creadora de ChatGPT. Ahora bien, ese liderazgo no siempre se traduce en resultados, y si no que se lo pregunten a Satya Nadella.

Efectivamente, la empresa que dirige Nadella ha cerrado su ejercicio fiscal -junio 2024- elevando el beneficio hasta los 88.136 millones de dólares (frente a los 73.400 millones de 2023) tras ingresar un 16% más, hasta los 245.122 millones. Casi la mitad de la facturación, 105.362 millones, correspondieron a la nube.

Algunos pensarán que son cifras excepcionales, pero el problema es que no han alcanzado las expectativas del mercado, que esperaba algo más, sobre todo del negocio de la nube.

Ese es, precisamente, el mayor quebradero de cabeza para Nadella, porque menos de dos semanas después del colapso mundial de Windows por el fallo en la actualización del antivirus Crowdstrike, el pasado martes, poco después de la presentación de resultados, miles de usuarios en Reino Unido vieron como se caían algunos servicios vinculados a la plataforma de computación en la nube, Azure.

A pesar de estos contratiempos, Microsoft tiene claro que el futuro está en la nube y por eso, durante el segundo trimestre destinó 19.000 millones de dólares a este negocio, un 35% más que en el periodo enero-marzo. Como sucede con Meta, casi todo el gasto en capital de Microsoft, que tocará máximos en 2025, irá a parar a la nube. La mitad de esa inversión irá a infraestructuras, esto es, a centros de datos, uno de los actuales ejes de crecimiento de la compañía.

En definitiva, un fin de fiesta para olvidar, con resultados por debajo de lo esperado y dos caídas del servicio que han afectado a millones de usuarios en todo el mundo y que han puesto en entredicho la seguridad de Microsoft. En este contexto se explica que la cotización del grupo haya caído más de un 7% durante el último mes.