Tras ganar en las segunda vuelta de las elecciones argentinas y convertirse en presidente electo, el liberal Javier Milei, ha ratificado que llevará a cabo algunas de las propuestas lanzadas en campaña. Entre ellas, destaca la nueva privatización de Yaciemientos Petrolíferos Fiscales (YPF), que está lejos de ser lo que un día fue: cotiza un 65% por debajo del máximo que alcanzó en enero de 2012, justo antes de que empezara el hostigamiento de la peronista Cristina Fernández de Kirchner desde la Casa Rosada en su segundo mandato.
La petrolera argentina, de mayoría estatal (51%), celebra en bolsa el anuncio de Milei, pues su cotización sube más de un 10% en Argentina y más de un 29% en Wall Street. El presidente electo ha señalado que “lo primero que hay que hacer es recomponerla”, pues su “deterioro” ha hecho que valga “muchísimo menos” que cuando se expropió en 2012. Esto provocó, entre otras cosas, que la cotización cayera desde un máximo de 39,88 dólares el 27 de enero de 2012 a un mínimo de 2,91 dólares el 22 de julio de 2022, con los peronistas Cristina Fernández de Kirchner en la vicepresidencia y Alberto Fernández en la presidencia.
Al desplome de la cotización y de la producción de petróleo, pese al descubrimiento de Vaca Muerta que empieza a dar frutos con casi diez años de retraso, se suman unos resultados peores que cuandoera filial de la española Repsol
Es decir, un desplome del 93% en más de diez años bajo el control estatal, el cual comenzó en abril de 2012 y que aún trae cola: ha habido un fallo en EEUU que obligó a Argentina a pagar 16.000 millones de dólares al fondo Burford Capital, aunque el Estado ha apelado. Recuerden que YPF se creó en 1922 de la mano del político Hipólito Yrigoyen y del militar, ingeniero y político Enrique Mosconi; al inicio de la década de los 90 (en concreto, en los años 1991 y 1992) fue privatizada parcialmente durante la presidencia del peronista Carlos Saúl Menem al cambiar su tipo societario para convertirse en una sociedad anónima; y en 1999 fue privatizada y vendida a la española Repsol, pasando a llamarse Repsol YPF. Años más tarde, esta vendió un 25% a Petersen Energía en 2007, que fue incrementando su participación, y en 2012 el Estado argentino expropió el 51% de Repsol.
Al desplome de la cotización de YPF se suma el de la producción de petróleo: ha pasado de 485.000 barriles equivalentes de petróleo al día en 2012 a 241.000, lo que supone una caída del 50%. Todo ello, a pesar de que en 2022 creció ligeramente por la puesta en marcha de algunos campos en el reservorio no convencional de Vaca Muerta, el cual fue descubierto en la última etapa de Repsol como propietario y que fue el detonante de la expropiación. Ahora, su producción de petróleo promedió los 237.000 barriles diarios en el tercer trimestre, lo que supone un 5% más que hace un año; y la producción de gas ascendió a 37,5 millones de metros cúbicos por día (+3%). Eso sí, el desarrollo de Vaca Muerta se ha retrasado casi una década.
Y tampoco hay que olvidar la evolución de los resultados financieros de YPF. Antes de 2022, seguía en pérdidas, lo que demostraba que le iba mejor con la española Repsol, aunque a lo largo de 2022, como el resto de petroleras del mundo, también sacó tajada del encarecimiento del petróleo y del gas natural, con ganancias y reducción de deuda. Eso sí, en lo que va de año, al igual que otras muchas compañías del sector (incluida la saudí Aramco y exceptuando la portuguesa Galp), está notando el menor precio del crudo y del gas en sus cuentas: en el tercer trimestre, ha visto reducirse sus ingresos un 16%, a 4.509 millones de dólares; su resultado bruto de explotación (ebitda) ajustado un 38,5%, a 926 millones; y ha registrado unas pérdidas netas de 137 millones. Y en el conjunto de los nueve primeros meses, los ingresos han descendido un 7,1%, a 13.117 millones; y el ebitda ajustado un 25,9%, a 2.976 millones; y el resultado neto se ha desplomado un 67%, a 584 millones.