El balance de cinco años de economía sanchista, dirigida por Nadia Calviño, nueva presidente del Banco Europeo de Inversiones (BEI), se resume en una sola cifra: desde que Sánchez y su equipo están en el poder (ese tumor llamado Sánchez entró en Moncloa el 1 de junio de 2018) la deuda pública española ha crecido en más de 300.000 millones de euros y el saldo vivo ha superado ya los dos billones de euros. No necesitan más datos.
Es más, estamos pagando las pensiones emitiendo bonos, que es algo parecido a que una ama de casa que pidiera un crédito al banco para hacer la comida del día. Es decir, un desastre total, el Desastre Calviño.
El sucesor de Calviño, sea quien sea, se enfrenta a la necesidad de aplicar un ajuste duro, una medicación de píldoras amargas para reducir el déficit y la deuda públicos. De tal calibre, que ni la mismísima Marisu Montero será capaz de ocultarlo
Así que... Nadia no se va, huye. No obstante, los españoles nos encontramos ante una buena noticia: nos libramos del 'desastre Calviño', nueva presidente del BEI.
De hecho, deberíamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Por qué se macha? ¿Acaso su gestión como responsable de la economía española no ha sido un rotundo éxito, tal y como propalan ella misma y su propio jefe, don Pedro Sánchez, que a ningún huido del Gobierno ha alabado tanto? Pues se va porque cobrará 5 veces más que los casi 80.000 euros por los que salía como vicepresidente primero del Gobierno... y porque se siente incapaz de afrontar la deuda pública que ella misma ha generado. El que venga detrás que arree.
Por lo demás, no son ciertas esas cifras multimillonarias que, según las teles dóciles al Sanchismo repartirá doña Nadia entre todos los europeos. Ser presidente del BEI es bueno para ella pero no para España: ¿o se creen que su poder al frente del BEI es omnímodo y puede repartir los fondos para inversiones como le vengan en gana? Además, no olvidemos que el BEI es un banco, no un fondo, y que no ofrece donaciones, sólo créditos.
En cualquier caso, prescindir el BEI no es mandar, es obedecer, sobre todo a franceses y a alemanes, que son los principales financiadores del organismo. Pero eso sí: como presidentona, te forras. Será interesante conocer la arquitectura fiscal de la nueva Nadia Calviño. A lo mejor se monta una sociedad en Luxemburgo -ahora tiene la mejor excusa-, sede del BEI, donde, a partir de ahora, deberá residir. Ya se sabe que el Principado de Luxemburgo, socio fundador de la Unión Europea, es, antes que cualquier otra cosa, un paraíso fiscal. Eso sí, un paraíso fiscal totalmente legal... no como los de Gran Caimán, por favor.
Tengan en cuenta que doña Nadia, como buena eurócrata, ya se montó su propia arquitectura fiscal-familiar en Europa, cuando trabajaba en Bruselas. Porque verán: no se sabe si la Unión europea es buena para España pero, desde luego, para la familia Calviño, les aseguro que lo ha sido.
Será interesante conocer la arquitectura fiscal de la nueva Nadia Calviño. A lo mejor se monta una patrimonial en Luxemburgo, sede del BEI, donde, a partir de ahora, deberá residir. Ya se sabe que el Principado de Luxemburgo es un paraíso fiscal
En cualquier caso, su marcha exige a Sánchez buscar un sucesor... oiga, ya podía haberlo buscado antes.
El sucesor de Calviño, sea quien sea, se enfrenta a la necesidad de aplicar un ajuste duro en España, una medicación de píldoras amargas para reducir el déficit público. De tal calibre, que ni la mismísima Marisu Montero será capaz de ocultarlo. Si es el actuario contable Escrivá tendremos la ventaja de que éste miente mucho peor -enseguida le sale la grosería- que Marisu. A David Vegara no le veo tan tonto como para aceptar el cargo: es ambicioso y está muy contento en el Sabadell. En cuanto a José Manuel Campa... bueno su ambición resulta tan desmedida como la de Calviño pero el ex secretario de Estado de Economia, hoy al frente de la Agencia Bancaria Europea (EBA) y aspirante al BCE, bueno, nunca ha sido un hombre de grandes ideas y, además, está demasiado ligado al Banco Santander. No sé yo...
El puesto de Calviño es muy apetitoso para todo aquel que quiera medrar en política de la noche a la mañana, pero también todo un problema porque todos saben lo que hay que hacer desde el mismo día de su nombramiento: un ajuste salvaje -neoliberal, diría don Pedro- que empiece a enmendar la desastrosa gestión del desastre económico Sánchez-Calviño-, ante todo, en economía, dos mentirosos caraduras de unas proporciones cósmicas.
Recuerden, no vivimos el milagro económico española, vivimos el desastre económico de doña Nadia.