Éramos pocos y la abuela se dedica a coquetear. El fondo, medianamente activista, natural de Australia, IFM ha vuelto a comprar acciones de Naturgy. Ahora tiene el 14,5% pero su intención es llegar hasta el 16,6%, momento en el que haría valer ese porcentaje para solicitar dos consejeros (ahora tiene uno).
Recuerden: el accionariado se reparte entre; Criteria, que posee el 26,7%; GIP y CVC, que tienen cada uno un 20%; IFM, por ahora el 14,5%; y la argelina Sonatrach (4,1%). Es decir, con un capital flotante mínimo (13,4%), Naturgy tiene a un socio, GIP, que quiere marcharse pero vendiendo bien; un CVC que también quería marcharse aunque ahora Javier de Jaime (CVC entró en 2018 y no suele aguantar más de cinco años) dispone de prórroga para quedarse; y un IFM que no ha hecho más que incordiar desde que llegó... con todas las bendiciones, no lo olvidemos, de doña Teresa Ribera que para esto, y para mucha cosas más... ¡tiene un ojo!
En cualquier caso, dado el escaso capital flotante (13,4%) y dado que los bloqueos funcionan en los Consejos pero no en la juntas de accionistas, el equilibrio inestable puede mantenerse.
En resumen, la pregunta es la de siempre, cuando metes a fondos en el accionariado -la memoria humana es flaca- tiendes a recibirlos con los brazos abiertos. La pregunta es muy simple: ¿quién será el propietario último de Naturgy?
Los activos de la antigua Unión Fenosa no bastan y el problema de la lejanía de algunos ciclos combinados a la Red sigue presente
Pero el problema no sólo es corporativo, sino también de negocio. La política centrífuga de la ecologista talibán doña Teresa Ribera se lo pone difícil. Naturgy es producto de la fusión entre Gas Natural y Unión Fenosa, pero los activos de Unión Fenosa, un poco de agua, un poco de carbón, ya desaparecido, un poco de nuclear, reducida, y algún ciclo que otro, no permiten caminar más deprisa hacia la electrificación. Además, no olviden que los ciclos combiandos, que de buena gana Ribera cerraría, dependen de su cercanía a la Red. Es decir, que a pesar de la necesidad perentoria de ciclo combinado, algunos se utilizan menos de lo que deberían.
Y no es fácil hacerse con un parque de renovables y a buen precio.
En definitiva, como ocurre con todas la petroleras y gaseras, la transición hacia el mundo eléctrico está siendo lenta. Eso significa que, en el entretanto el negocio tradicional, en este caso el gas, tiene que funcionar y a buen precio. Pero el gas no le gusta a doña Teresa Ribera: contamina muchísimo.
Paco Reynes, el presidente y CEO, tiene trabajo.