Airbus ha aterrizado en bolsa este martes, tras rebajar las previsiones que tenía para este año, en la tarde del lunes 24 al cierre del mercado. ¿El motivo? Principalmente, por los problemas en la cadena de suministro (sobre todo en motores, estructuras y equipamiento de cabina), después de que en el primer trimestre ya se apuntara a un entorno operativo afectado por las tensiones geopolíticas que impactaba en la cadena de suministro y que no había mostrado mejoras significativas.

Ante la rebaja de previsiones, una noticia negativa, en palabras de los analistas del Banco Sabadell, ha ocurrido lo que estos expertos esperaban: mala acogida del mercado. En concreto, la cotización del gigante aeronáutico europeo se ha desplomado más de un 12%, acumulando una depreciación de casi el 18% en el último mes. Este castigo por parte de los inversores no sólo se debe a la rebaja de previsiones de entregas, sino también a la resultados económicos de este año.

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Airbus ha reducido su objetivo anual de entregas de 800 aviones comerciales a 770, una cifra que despertaba muchas dudas, según los analistas del Banco Sabadell, y que aún estaría por encima de la registrada en 2023 (735 unidades). Recuerden que a principios de mes, no logró el esperado aplauso de los inversores por las menores entregas en mayo (53, 10 menos que en el mismo mes del año anterior), y acumulaba un total de 256 entregas y 254 pedidos firmados desde enero. Ya entonces, apuntamos a que debería elevar la producción y las entregas si quería llegar al objetivo anual de 800, pero unas semanas después se comprueba que no lo podrá hacer y por ello ha decidido rebajar las expectativas. Además, los problemas en la cadena de suministro también han llevado a atrasar un año (de 2026 a 2027) el objetivo de fabricar 75 aviones de la familia A320 al mes.

Tras los 600 millones reconocidos en febrero, suma 900 millones en provisiones en la división de espacio por culpa de los satélites, su nuevo talón de Aquiles, después de que durante muchos años lo fuera el avión de transporte militar A400M

Respecto a la rebaja de previsiones de resultados, no sólo influye lo comentado en entregas y producción, sino también que suma 900 millones de euros en provisiones en la división de espacio por culpa de los satélites, su nuevo talón de Aquiles, después de que durante muchos años lo fuera el avión de transporte militar A400M. Estos gastos extraordinarios se contabilizarán en el segundo trimestre (y por ende, en el primer semestre) y se suman a los cargos de 600 millones que se reconocieron el pasado febrero al presentar los resultados anuales de 2023. Las razones de estas nuevas previsiones se deben a hipótesis actualizadas sobre calendarios, carga de trabajo, abastecimiento,  así como riesgos y costes de programas de telecomunicaciones, navegación y observación.

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Precisamente por las menores entregas y las mayores provisiones en satélites, el gigante aeronáutico europeo que dirige Guillaume Faury ha decidido curarse un poco en salud y rebajar la previsión de beneficio operativo (ebit) ajustado de la horquilla de 6.500-7.000 millones a la cifra de 5.500 millones, lo que supone un 19% menos. Recuerden que en el primer trimestre, el ebit de Airbus cayó un 25%, lejos del aumento del 2% que preveía el consenso de analistas. En cuanto al flujo de caja libre, ahora estima que el de este año será un 12,5% menor al de 2023, situándose en 3.500 millones en lugar de en 4.000 millones.

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Queda claro que para los inversores no todo vale y no tienen reparos en castigar a los dos grandes fabricantes aeronáuticos del mundo. En el caso de Airbus por todo lo ya comentado y en el del estadounidense Boeing ( al que se le puede considerar ‘El Pupas’ por la crisis que lleva afrontando en los últimos años y que han provocado que su cotización se haya depreciado un 50,80% en el último lustro: problemas de seguridad y dos accidentes con 346 muertos en 2018 y 2019, el batacazo del Covid-19, problemas en otros modelos y en las entregas del 787 por un proveedor, la crisis de seguridad de los 737 Max 9, problemas en las alas del 787 y otros en su primera nave tripulada al espacio (la Starliner) que tuvo que retrasar su salida y también su vuelta a la Tierra.