Google relanzó Gemini el jueves, en un nuevo intento de recuperar el paso en la carrera de la mal llamada inteligencia artificial (IA) -si es inteligencia no es artificial-, donde domina la también norteamericana OpenAI, controlada por Microsoft. Lo cierto es que Google lo tiene muy difícil y buena muestra de ello fue el propio relanzamiento en el que, entre otras cuestiones, anunciaba la integración de Bard -su primer intento de IA- en Gemini, su segunda tentativa, lanzada en diciembre del pasado año.
Es decir, sólo cuatro meses después de la irrupción de ChatGPT en nuestras vidas, Google lanzó Bard en EEUU y Reino Unido -marzo 2023-. A España llegó en julio de ese mismo año. Sólo cinco meses después, Google lo volvió a intentar con Gemini y ahora, sólo dos meses después, vuelve a la carga con una nueva propuesta que, entre otras novedades, ofrece una versión de pago por 22 euros al mes.
Google es un gigante forjado gracias a la posición de dominio que ha mantenido todos estos años como buscador universal y por la que está siendo juzgado tanto en EEUU como en Europa. Eso sin mencionar el destrozo que ha provocado en la prensa española y que hemos denunciado en numerosas ocasiones en Hispanidad. Google es parásito (utiliza las noticias de los medios), ladrón (les roba la publicidad) y, además, censor (relega a la página 50 los artículos críticos con el pensamiento único imperante).
A ChatGPT lo estamos alimentando cada día con millones de interacciones. Es muy difícil que otra IA se ponga a la misma altura
Pues bien, ChatGPT es la primera y más seria amenaza para Google. Al buscador le está sucediendo lo mismo que a Facebook, primero con Instagram y luego con TikTok: las nuevas generaciones lo han reemplazado por ChatGPT. No sólo eso, OpenAI, ha revolucionado las búsquedas en la red y Google se ha quedado claramente rezagado, con un problema añadido: recuperar el terreno perdido no es cuestión de dinero. A ChatGPT lo estamos alimentando cada día con millones de interacciones, lo que hace prácticamente imposible alcanzar su nivel de desarrollo. Más aún cuando, sabedores de esto, OpenAI ha actualizado la versión gratuita para hacerla más completa todavía.
Que Google compre ChatGPT ya no es posible porque está bajo la tutela de Microsoft, que posee el 49% de OpenAI, además de tener los derechos de propiedad intelectual y exclusividad para sus productos y servicios. La jugada no le podía haber salido mejor a la compañía fundada por Bill Gates, que en los últimos doce meses se ha revalorizado unos 300.000 millones de dólares en bolsa.
Nos salimos del monopolio Google para entrar en el monopolio Microsoft.