Norges Bank ahonda en su hipocresía. Ahora presume de abanderar la lucha contra el cambio climático y le gusta todo lo que tenga que ver con la energía verde, tras haber hecho fortuna con el petróleo del Mar del Norte durante años, como se puede ver en el hecho de que ha elevado su participación en Solaria por encima del 4%, hasta el 4,010%. Eso sí, también notó la crisis en 2022, cuando tuvo unas pérdidas de casi 152.000 millones de euros, las mayores desde 2008, debido a: la inflación, la subida de tipos, la guerra de Ucrania y la corrección del sector tecnológico.
El fondo soberano noruego y el mayor del mundo posee ahora una participación equivalente a unos 67 millones de euros en la compañía líder de desarrollo y generación solar fotovoltaica de Europa que controla la familia Díaz-Tejeiro a través de DTL Corporación SL, con una participación del 34,910% del capital, y que también va a entrar en eólica. Una empresa que forma parte de la burbuja especulativa con energías renovables que hay en España, la cual sigue creciendo y es doble: por un lado, muchas compañías del sector cotizan en bolsa con sonoras alzas y caídas, y por otro, hay operaciones de compra y venta donde aparecen fondos y energéticas extranjeras. Recuerden que hasta el gobernador de Banco de España, Pablo Hernández de Cos, advirtió de “burbujas verdes”, pero eso no parece importarle al presidente ejecutivo de Iberdrola, Ignacio S. Galán, quien insiste en la estrategia de sacar tajada de las renovables como “producto financiero”, algo que hace años criticaba.
A Solaria se la considera el ‘farolillo rojo’ del Ibex 35 este año, pues acumula una depreciación bursátil del 28% en los últimos seis meses y una del 41% en el último año
Una muestra de esta burbuja especulativa con renovables y la relación con Solaria se pudo ver hace unos meses, cuando está última recibió aplauso bursátil tras disparar beneficio neto, resultado bruto de explotación (ebitda) e ingresos. Sin embargo, se la considera el ‘farolillo rojo’ del Ibex 35 este año, pues acumula una depreciación del 28% en los últimos seis meses y una del 41% en el último año.
En esta compañía de renovables el presidente y representante del principal accionista es el ingeniero superior industrial Enrique Díaz-Tejeiro Gutiérrez (en la imagen izquierda) desde el 24 de mayo de 2007 y uno de sus tres hijos, el también ingeniero superior industrial José Arturo Díaz-Tejeiro Larrañaga, ocupa el cargo de vicepresidente primero con categoría de ejecutivo desde el 30 de junio de 2021. Otro de sus hijos, Miguel, renunció al puesto de vicepresidente segundo y al de consejero por motivos personales en la Junta de Accionistas celebrada el 30 de junio de 2022, pasando a ocupar esta última silla su madre, María Dolores Larrañaga Horna, como consejera dominical. Y el tercer vástago del matrimonio se llama Enrique, como el padre: fue consejero de Solaria entre junio de 2003 y junio de 2008, pero actualmente es miembro del consejo consultivo de Banco Sabadell y controla la sociedad Maydon Inversiones 2007 S.L., según su perfil de LinkedIn.
Y parece que en Solaria hay muchos aspectos relacionados con la familia, porque allí trabaja desde septiembre de 2021 como directivo Iván Molinero Camacho, marido de la ministra portavoz (ahora en funciones, tras las elecciones generales del 23-J) y titular de Política Territorial, Isabel Rodríguez, como informó El Debate hace unas semanas. El nombramiento de Molinero se produjo apenas mes y medio después de que su esposa entrara a formar parte del Consejo de Ministros del gobierno socio-comunista liderado por Pedro Sánchez. ¿Casualidad? No, si uno recuerda al poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán Friedrich Schiller, quien defendía que las casualidades no existen. Además, la relación entre Solaria y el Gobierno Sánchez (ahora en funciones) no acaba ahí, porque la compañía solicitó en febrero de 2021 subvenciones por valor de 1.625 millones de euros al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para poder llevar a cabo 29 proyectos fotovoltaicos, según informó El Debate. Recuerden que a las empresas de renovables les gustan mucho las subvenciones públicas...