Decíamos en Hispanidad que en The Walt Disney Company continúa la perversión de menores, es decir, la “corrupción de menores”, como la denomina el líder de Vox, Santiago Abascal. Algo que le está restando ingresos, como se ha podido ver con el estreno de Lightyear, que ha fracasado en taquilla, siendo el peor estreno de los estudios Pixar desde Cars 2 (cinta que llegó a los cines en julio de 2011, es decir, hace casi 11 años).
Como saben, el gigante de ocio y entretenimiento ha dejado de hacer contenidos tan inocentes como deberían, teniendo en cuenta que se dirigen a los niños, convirtiéndolos en adoctrinamiento en los postulados del Nuevo Orden Mundial (NOM). Esto se traduce en una gran apuesta por la ideología de género (feminismo y homosexualismo) y por el ateísmo (mucho panteísmo y nada de Dios).
La última muestra se ve en el beso lésbico en Lightyear, lo que ha provocado que la película se haya prohibido en 14 países musulmanes y en China, y despertara rechazo en otros (Ecuador, Guatemala...) y entre numerosos padres (como ha quedado patente, por ejemplo, en grupos de WhatsApp y en una recogida de firmas en Italia -ya lleva más de 41.300-), Disney insiste en la agenda LGTBI, cuyas riendas dirigen Susan E. Arnold, la primera presidenta del gigante de ocio y entretenimiento, quien además es lesbiana; y Bob Chapek, el CEO, quien fue el promotor de los desfiles del Orgullo LGTBI en los parques temáticos.
Una agenda a la que no renuncia, pese a que se juega mucho dinero, y le lleva a considerar el polémico beso lésbico como “una actualización de la familia”, como refirió Victoria Alonso, presidenta de producción de Marvel (estudio que es propiedad de Disney desde el 31 de diciembre de 2019), en una entrevista en El País. Además, esta argentina, en una entrevista en El Mundo, ha destacado que “nuestras películas son vistas por los niños, niñas y 'niñes' desde los ocho años hasta los señores, señoras y 'señoros' de 80 años. Es importante que ese gusto por la diferencia se entienda”, algo que sin duda habrá gustado a nuestra ministra de Igualdad, Irene Montero, y Alonso también ha referido que “es importantísimo que actualicemos lo que es la familia. El espectador tiene que poder identificarse con la familia en la que vive a través del arte. Lo que está pasando con Lightyear es que el cine se ha quedado atrás y ha dejado de reflejar algo muy común en muchas familias”.
Disney esperaba mucho del estreno en cines de Lightyear, el primero de una película de los estudios Pixar en los últimos dos años (la anterior fue Onward -que fue el debut homosexual de Pixar- a principios de marzo de 2020), en los que se ha visto afectado por la pandemia del Covid-19 y ha realizado la mayoría de lanzamientos en la plataforma de streaming Disney+. Tanto el gigante de ocio y entretenimiento como varios analistas internacionales preveía que Lightyear tuviera una recaudación de entre 70 y 85 millones de dólares (entre unos 60,5 y unos 81 millones de euros) sólo en EEUU, pero no ha llegado a dichas expectativas: sólo ha recaudado 51 millones de dólares (unos 48,5 millones de euros) en su estreno en dicho país, que sumados a los 34,6 millones de dólares (unos 33 millones de euros) del mercado internacional, dan un total de 85,6 millones de dólares (unos 81,4 millones de euros). Y no hay que olvidar que la cinta se hizo con un presupuesto de unos 200 millones de dólares (unos 190,15 millones de euros) y que tampoco se ha acercado a lo que recaudó la que hasta ahora era la última cinta de la famosa saga protagonizada por juguetes de Pixar (Toy Story 4, que recaudó en su estreno unos 100 millones de dólares (unos 95 millones de euros). Es cierto que está costando ver en los cines las mismas cifras que antes del Covid y que también hay alta competencia (por ejemplo la de la película Jurassic World: Dominion, de Universal Pictures), pero también que la polémica del beso lésbico le está pasando factura a la factoría de Mickey Mouse.
Y todo esto sucede en junio, que entre otras cosas se considera el mes del Orgullo LGTBI. De hecho, Disney ya ha anunciado que donará lo obtenido con las ventas de la colección Pride a jóvenes y familias del colectivo y también el desfile del Orgullo en su parque temático de París.