A pesar de la histeria verde que domina gran parte del mundo para luchar contra el cambio climático y lograr emisiones neutras de CO2 en Europa en 2050, la crisis energética y la guerra en Ucrania han supuesto un gran punto de inflexión en dicha tendencia. Y es que se ha disparado el uso y el precio del carbón: su tonelada ha llegado a superar por primera vez los 400 dólares (unos 378 euros) hace unos días.
Así el carbón se suma al encarecimiento de otras muchas energías (petróleo, gas…) y materias primas que estamos viviendo, que se ha visto agravado por la crisis energética, la guerra en Ucrania, las sanciones internacionales impuestas a Rusia y los problemas en el suministro de energías de dicho país o su reducción. Todo esto ha disparado fuertemente la demanda de carbón para hacer frente a las dificultades que está habiendo, principalmente, en el suministro de gas ruso.
Bruselas aprobó elevar la producción de carbón más del doble que la nuclear, en el paquete de medidas ‘REPower EU’ para reducir la dependencia de los combustibles fósiles rusos en dos tercios. Un cachondeo ideológico-verde: el carbón emite CO2 y se persiguen emisiones neutras
Recuerden que antes el carbón era una energía barata, pero muchos países renunciaron a usarla por sus elevadas emisiones de CO2 y comenzaron a cerrar sus centrales térmicas. Entre ellos, está, cómo no, España, que se despedirá del carbón antes de 2030: ya se han cerrado 16 térmicas en la última década y sólo quedan cuatro en funcionamiento: la de As Pontes (La Coruña), que opera Endesa, espera recibir el visto bueno del Ministerio para la Transición Ecológica para echar el cierre este año, tras haberlo solicitado en 2019, pero hasta que llegue debe estar disponible; y las tres restantes las opera EDP -Aboño (Asturias), Soto de Ribera (también situada en Asturias y con el cierre solicitado) y la de Los Baños (Cádiz).
En España y en el resto de Europa se insiste en el error de no apostar con fuerza por la energía nuclear -la cual es barata, estable, garantiza el suministro y casi no emite CO2-, pero sin esta Europa no logrará ser neutra en carbono ni autosuficiente, como ha advertido Finlandia. Conviene recordar que recientemente, el Parlamento Europeo ha señalado que la nuclear y el gas no son energías verdes, marcando la intención de voto sobre un tema que se votará en un pleno a principios de julio, colocándose en sentido contrario a la Comisión Europea, la cual hace unos meses apostó por incluir ambas energías en la taxonomía verde europea. Claro que hasta ahora Bruselas no ha hecho mucho por impulsar la nuclear, porque se aprobó elevar la producción de carbón más del doble que la nuclear, dentro del paquete de medidas ‘REPower EU’ para reducir la dependencia de los combustibles fósiles rusos en dos tercios este año. Por tanto, se puede referir el cachondeo ideológico-verde de Europa, al apostar más por el carbón, que sí emite CO2,... mientras al mismo tiempo persigue emisiones neutras.
A partir del 10 de agosto no se podrá importar carbón de Rusia, el cual aporta actualmente el 46% del consumo total de la Unión Europea, según Bruselas, y ya se busca aumentar las importaciones de EEUU, Australia, Sudáfrica y Colombia
Nuestro país no ha sido el único que ha procedido a ir cerrando térmicas en la última década, también lo han hecho otros muchos en el viejo continente, y actualmente los que tienen el mayor número abiertas son: Alemania (59), Polonia (44) y República Checa (31), según publica El Economista. Ante el escenario de la crisis energética y la guerra en Ucrania y sus efectos, muchos países europeos han apostado por el carbón en su producción eléctrica. Por ejemplo, en Alemania, donde el carbón sigue siendo su primera fuente de electricidad (pasó de aportar el 23,6% en 2020 al 28,82% en 2021, según datos de un artículo de Our World in Data) y se ha elevado la producción. También se han anunciado incrementos de producción en Grecia -donde se ha frenado la transición verde por la inflación y la guerra en Ucrania, decidiendo ampliar tres años más la fecha de cierre de las centrales térmicas de lignito-, Austria, Países Bajos -ha parado las restricciones a la generación de electricidad con carbón entre 2022 y 2024 ante el menor suministro de gas ruso-, Polonia -no sólo aumentará la producción, sino que con una ley garantizará el carbón a un precio controlado para los consumidores particulares- e Italia -planificará más compras de carbón para poder elevar la producción en sus plantas a partir del próximo agosto-.
Conviene destacar que a partir del 10 de agosto no se podrá importar carbón de Rusia, el cual aporta actualmente el 46% del consumo total de la Unión Europea, según Bruselas. Esto llegará tras el embargo europeo al petróleo ruso que llega por mar, cuando el oro negro representa el 27% del consumo, y mientras se busca reducir la dependencia del gas ruso (representa el 40% del consumo) diversificando los suministradores, algo de lo que se aprovecharán notablemente EEUU, Catar, Australia, Israel y Egipto, entre otros países, pues la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha referido que se afanan en la búsqueda de “proveedores fiables” y que podría haber conversaciones con Senegal, Angola y Nigeria. También en el caso del carbón se pretende elevar las importaciones desde otros países, por ejemplo, desde EEUU, Australia, Sudáfrica y Colombia.