Hacía tiempo que no sentía tanta vergüenza ajena como en la mini-rueda de prensa que ayer, al alimón, convocaron la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, esa a quien el cargo le viene grande, y el vergonzante presidente del Comité Nacional de Transporte por Carretera (CNTC), Carmelo González, este en calidad de salvacaras del Ejecutivo Sánchez. Mientras la señora Raquel Sánchez, con el apoyo entusiasta de RTVE, la tele de propaganda del Gobierno, seguía hablando de huelguistas-activistas, o sea, de extrema derecha, absolutamente marginales y tirando a despreciables, González le pasaba la mano por el lomo a la ministra asegurando lo mucho que habían trabajado por el acuerdo, aceptado por la inmensa mayoría del sector, al que representa, por imperativo legal, el CNTC.
A todo esto, si los transportistas de la huelga son tan marginales, minoritarios y ultras, ¿cómo es que han logrado parar el país y paralizado la cadena de suministros en tantos sectores? Y ojo, esto es malo, no bueno, pero están desesperados. Además, ¿de verdad hay tantos ultras en España?
Si Europa impide reducir el IVA... que el Consejo europeo modifique esa norma, que seguro que no encuentra oposición en todo el continente
A todo esto, ¿En qué consiste el alabado acuerdo entre Gobierno y CNTC? Pues en que los impuestos sobre los gasóleos no se reducen porque lo prohibe Europa -mentira- y en que se concederán 500 millones de subvenciones públicas como bonificación al gasoil, de la que no se concreta ni el cómo ni el cuánto ni al quién.
Y lo más vergonzoso de todo esto se formula como pregunta: ¿Por qué don Carmelo hace de tiralevitas del Gobierno? Pues hombre, porque es una lucha de lo grande contra lo pequeño. El problema es el disparado precio del gasoil. Ahora bien, la empresa de transporte puede permitirse el lujo de salvarse con menos subvenciones dado que posee capacidad negociadora con los grandes proveedores de carburante mientras el transportista que tiene un solo camión o una sola furgoneta de reparto carece de capacidad negociadora.
No es la izquierda contra la derecha, es lo grande contra lo pequeño. Y don Carmelo, que es grande, siempre estará con el poder, con el Gobierno, sea de izquierdas o de derechas. Ya saben, lo de la pancarta del domingo: "no somos ni de izquierdas ni de derechas, somos de abajo y luchamos contra los de arriba".
Don Carmelo González acabará de ministro de Sánchez, no lo duden. Ya habla. incluso, de "poner en valor", la capacidad negociadora del Ejecutivo. Justo las palabras -mentirosísimas- que Raquel Sánchez, quien se niega a recibir a los huelguistas por fascistas, necesitaba escuchar. Y recuerden que los huelguistas no son minoría, sino mayoría. Lo que ocurre es que no están organizados ni institucionalizados, sólo desesperados.
Recuerden que los huelguistas no son minoría, sino mayoría. Lo que ocurre es que no están organizados ni institucionalizados, sólo desesperados
Al final, lo que está en juego en la huelga de transporte, algo que se dejó ver en la manifestación del domingo, cuando la España rural inundó Madrid, es el siguiente dilema verde: ¿El planeta para el hombre o el hombre para el planeta? La respuesta es: el planeta al servicio del hombre. El hombre sólo está obligado a cuidar del planeta porque debe dejarlo en buen estado para sus hijos, que también son hombres. Exclusivamente por eso.
En definitiva, lo que ayer se decidió, entre el poder político y el poder económico del CNTC, con la inestimable ayuda de don Carmelo, puede resumirse así: el Gobierno Sánchez ofrece 500 millones para reducir el precio del gasoil... mientas destinará 21.000 millones para saciar la propaganda feminista... aunque es verdad que la propaganda de Irene Montero le ha llevado a englobar en esa cifra monstruosa muchas partidas dispersas... a las que se coloca el apellido feminista, por la única razón de que "el feminismo es lo mejor de España", como asegura nuestra ministra más intelectual.
¿Y si la religión ecologista de Teresa Ribera impide reducir el precio de la gasolina? Pues cesemos a Rivera y declaremos anatema el credo verde
Y luego está el dilema político del momento: ¿subvenciones o reducciones de impuestos a los carburantes? La respuesta es: los dos, pero en cantidad suficiente, porque 500 millones, y aún no sabemos cómo se van a administrar, no solucionan el problema ni de lejos.
¿Y si Europa impide reducir el IVA de los carburantes? Pues que el Consejo europeo modifique esa norma, que seguro que no encuentra oposición en todo el continente y se podría aplicar el mismísimo martes 29, el mismo día en que la ministra Sánchez pretende aplicar las subvenciones. De hecho, otros países europeos le han dado la razón a los huelguistas: ya han aplicado subvenciones y preparan reducciones de impuestos.
Al fondo de toda la pugna, anida la razón principal: el progresismo ha cerrado el fantoche de la sostenibilidad y con él la religión verde. Mire usted: si la religión ecologista de Teresa Ribera impide reducir el precio de la gasolina lo que tenemos que hacer es cesar a la señora vicepresidente y declarar anatema el credo verde.
Sería una gran medida, ¡oh sí! Y podríamos reducir el precio de la energía. No pasa nada por retrasar un par de décadas la transición ecológica si con ello evitamos la miseria de los humanos que pueblan el planeta.